La primera semana de febrero, gracias a la invitación de SocSub escuché por segunda vez el live DJ set de Steve Aoki, productor y label manager de DIM mark records. La primera vez fue el año pasado en el salón Covadonga, donde hizo vibrar todo el inmueble al ritmo de sus mejores mezclas. En esta ocasión me dejo un poco decepcionado, aunque bueno, yo también soy DJ y todos tenemos un mal día. Quizá también fue factor el alto costo de los boletos, las bebidas y el lugar (el «Bleu» ubicado en Reforma). Aoki tocó un reportorio que incluyó algunos de sus grandes hits, mezclados con sus nuevos tracks, que tienen ritmos de D&B, Dubstep y House. Su set me pareció demasiado cortado y poco fluido, le faltó afinar su set para hacerlo más prendido y bailable.

Esto me lleva a la noche de ayer, en la que finalmente pude ver a una de mis mayores influencias como DJ: MSTRKRFT o al menos la mitad de este dúo canadiense. A comparación de lo que hace o hizo Aoki en el Bleu, JFK (MSTRKRFT) nos dio todos los argumentos para «chanclear» sin cesar con un set preparado en el Tracktor conectado a la nueva mixer de Pioneer. Jugaba en ella con estilo entre hard electro, new rave y con base de club todo el tiempo, haciendo un lujazo verlo en acción. Prendido, épico, emocionante y con unos breaks bien colocados en su lugar, JFK nos brindó a aquéllos que si teníamos la intención de escuchar y bailar su performance y no ir a hacer de poser a Rhodesia, excelentes dos horas de música electronica.

Porque es una pena que cuando viene al DF un DJ de la talla de JFK tengamos que ir a verlo a un lugar como Rhodesia. Si eres una persona común y corriente, no el hijo de un político importante o algo por el estilo, entrar a ese lugar toma al menos una hora, una hora con un poco de empujones alrededor de la cadena, de ser enviado a una misteriosa fila que nunca avanza y de ruegos a los tres o cuatro individuos trajeados que abusan de un absurdo y mínimo coto de poder.

Durante tan agradable momento puedes notar el asombroso parecido a la cadena de un antro fresa de moda, donde adentro estaría esperándote una amplia selección de reggaeton, Jeans y Christian Castro.



Adentro te das cuenta que en efecto hay uno que otro fresa decepcionado por no encontrar adentro las melodías de su predilección. Quién será el que esté tocando es el más grande de los misterios, y eso parece ser para una buena parte de los que están ahí. Esto no hubiera sido tan grave si por lo menos el auditorio de JFK hubiera parecido apreciar lo que estaba escuchando.

Creo que hay un par de cosas sobre la actitud de los chilangos que merecen señalarse. En las ciudades de otros países existen bastantes lugares a los que uno puede ir a escuchar a un buen DJ sin preocuparse por perder el tiempo en una cadena. ¿Por qué en México encontramos tan poca oferta y ésta tiene que incluir tan mal trato? Por un lado, porque aquí tenemos mal gusto musical. Hacemos un esfuerzo mínimo por conocer, disfrutar (y, en consecuencia, demandar) la buena música del mundo. Nos dejamos llevar demasiado por las nimiedades que nuestras microsociedades valoran. No encuentro la explicación del aspecto más grave de todo esto: somos los únicos que seguimos permitiendo que a la entrada de cualquier antro se practique sistemáticamente una discriminación abierta que supuestamente es ilegal.

Una pena.

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