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Leyenda anónima

Por: Pedro Escobar

Siempre quisimos escribir una canción como «Unknown Legend» de Neil Young. Más que contar una historia, nos ilusionaba capturar un momento, de esos que se quedan contigo para siempre. Supongo que eso llevó a Young a escribir una canción para una mujer que trabajaba en una cafetería en medio de la carretera y regresaba a casa a bordo de su Harley Davidson, con su belleza anónima y su cabellera rubia flotando en el aire del desierto.

Beto, Carlos y yo no eramos buenos músicos, pero teníamos historias que contar. Nada fuera de lo común, el tipo de cosas que te pasan a los 18 años, pero que recuerdas toda la vida. Fue Beto quien llevó la maqueta de «Plateada» al taller mecánico que nos prestaban para ensayar, sus acordes de guitarra estaban muy definidos, pero Carlos y yo le ayudamos a terminar la letra y la base rítmica. Fue un verano con mucho tiempo libre, todo ocurrió después de enterarnos que ninguno de los tres entraría a la UNAM, de modo que el único lugar al que pertenecíamos era a nuestra banda.



«Somos la emoción de lo real, el mundo que sólo existe cuando estamos juntos». Creo que a la gente le gusta escuchar canciones con frases así. «Plateada»  hablaba de los momentos en que formas parte de algo que le da sentido a tu vida. De lo real, de lo que todos entienden como un fin, pero que rara vez disfrutan cuando lo tienen enfrente.

Sabíamos que «Plateada» era buena, lo suficiente como para transformar los chiflidos y mentadas de madre de una audiencia de primates en palmas y gritos de gente civilizada. Una vez unos borrachos nos gritaron: «¡Toquen la buena y lárguense!», ese fue uno de los mejores recuerdos en la breve trayectoria de la banda Cerbero.

Alguien grabó una de nuestras tocadas en su SmartPhone y «Plateada»  comenzó a circular en YouTube y en las redes sociales. Tuvimos suerte, porque para cuando llegaron las Posadas decembrinas las invitaciones para tocar en bares y festivales comenzaron a multiplicarse. Pero ya se sabe, lo único malo de la suerte es pensar que durará para siempre.

Todas las canciones tienen una historia y la de la nuestra -lo supimos después- tenía que ver con Laura, una ex de Beto que inspiró gran parte de la letra. Ahora que nuestro guitarrista tenía una nueva novia a la que no le hacían gracia las referencias íntimas a su antecesora, las tensiones en el grupo comenzaron a hacerse cada vez más grandes.

Muchas cosas fueron cambiando en la banda hasta la noche en que Beto nos pidió que no tocáramos la única canción que le gustaba a la gente. Entonces supimos que algunas composiciones tienen vida propia, que van creciendo y eligiendo su camino. Si no podíamos tocar con la misma pasión que siempre, era mejor no seguir con la banda.

Alejarnos de «Plateada»  nos hizo apreciar las ventajas de su indefinición. Como narra Led Zeppelin en «The song remains the same», nuestra canción podía significar muchas cosas diferentes, para Beto era el recuerdo cálido de una persona a la que amo intensamente, para Carlos el sonido más hermoso que había salido de su bajo y para mi el recuerdo del verano en el que yo y mi batería formamos parte de algo real. Al final, sólo era una canción que cobró vida propia, creció y se fue en busca de nuevos oídos.

Después de todo, era una leyenda anónima.

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