Héctor Zagal, mejor conocido como el Dr. Zagal gracias al exitoso programa radiofónico de divulgación «El Banquete del Doctor Zagal», se ha consolidado como uno de los escritores más versátiles gracias a un estilo narrativo ágil, dinámico y en el que pese a su elegancia, siempre hay espacio para el humor y para entender la lectura como un acto lúdico.

«Gente como uno» (Planeta, 2011) es el título de su nueva novela. Un estudio antropológico esencial para conocer las entrañas de las clases altas que manejan el poder en un país de pobres. Se trata de un excelente retrato novelado en el que  Zagal describe inmisericordemente las particularidades y excesos de ese enigmático sector de la sociedad mexicana

Tras su carácter irónico que el mismo ha fabricado para sus radioescuchas y lectores, existe un hombre extremadamente amable, culto y apasionado de la conversación y la divulgación cultural que promueve como profesor, comunicador y novelista. Resonancia Magazine tuvo el placer de conversar con el carismático Doctor Zagal minutos antes de transmitir su popular programa de radio.



 

Usted se describe a si mismo como un «Clasemediero de aspiraciones pequeño burguesas«. Partiendo de ese concepto; ¿Cómo logró introducirse a las entrañas de la clase alta que describe en «Gente Como Uno».

Yo crecí en el seno de una típica familia mexicana de clase media. Es decir, una familia que salió adelante gracias a sus estudios y a que vive de su trabajo. En ese sentido, a mi como segunda generación me tocó vivir en condiciones un poco mejores a las de mis padres,  tuve la oportunidad de estudiar en la Universidad, que en aquellos tiempos verdaderamente era el punto de convergencia y ascenso social entre las clases altas y bajas.

Lo que me permitió acercarme a esos círculos de poder fue, en principio, una beca que me permitió cursar la preparatoria y después la carrera en la Universidad Panamericana y el doctorado en España. Creo que el hecho de involucrarme en el círculo de las universidades privadas como profesor me ha permitido conocer un poco  las entrañas del sistema plutocrático mexicano.

Bueno, eso hasta ahora, porque yo creo que ya no me lo volverán a permitir después de haber escrito este libro con el que seguramente mucha gente se sentirá aludida.

Dicen que para ser escritor hay que estar a la altura de los personajes y sacrificar una parte muy personal en la construcción de la trama, ¿Qué tanto hay de usted en este libro?

En toda novela hay un rastro autobiográfico, pero yo no diría que me veo reflejado en alguno de mis personajes. Más bien, lo que intenté fue retratar las intrigas del palacio ¿Cómo son esas casas? ¿Qué pasa dentro de ellas? Me ha resultado impresionante la cantidad de coincidencias que tienen los personajes arrogantes que describo con lo que sucede en la vida real.

«Gente Como Uno» se sumerge en un mundo reservado para unos cuantos en donde sólo se valora para ser valorado. ¿Qué opinión le merece ese modelo aspiracional?

En primer lugar me sorprende la atmósfera de irrealidad y el desconocimiento de la historia de México en el que viven estas personas. Yo trabajo como profesor de preparatoria en una universidad privada, y una de mis primeras enseñanzas prácticas es visitar con mis alumnos el centro histórico, sólo que es obligatorio llegar en metro.

Para estos muchachos de entre 17 y 18 años, provenientes de familias adineradas, resulta escandaloso visitar el centro. Muchos de ellos ni siquiera conocen esta parte de la ciudad, de manera que comienzan a tomarse fotos con el celular como si estuvieran en otro país. Es muy impresionante el desconocimiento de la historia de México en esta burbuja social, muchos de ellos van a esquiar a Colorado o de vacaciones a Las Vegas en el estado de Nevada sin sospechar que fueron territorios mexicanos.

Creo que el desconocimiento de la historia es lo que provoca que los diferentes estratos de la sociedad mexicana vivamos en burbujas en la que tal vez, la más impermeable sea la de la clase alta.

 

¿Es muy triste que esas diferencias sean tan visibles en una ciudad tan poblada como el DF no cree?

Claro, a mi me enfada muchísimo un anuncio que vi hace poco en los puentes de acceso a la zona de Santa Fé que presume: «Un mundo aparte». Creo que en muchos sentidos Santa Fé simboliza este concepto, se trata de una especie de Castillo con una enorme población flotante que además de pagar un precio muy alto por ir a trabajar hasta allá,  es expulsada y segregada de una zona sin transporte público, diseñada exclusivamente para automóviles y que para colmo no cuenta con lugares para estacionarse.

Es muy triste cuando vuelas sobre la ciudad de México y te das cuenta de que las partes verdes corresponden a barrios de la delegación Miguel Hidalgo o Benito Juárez donde vive la gente más adinerada. En cambio, en zonas como Iztapalapa difícilmente puedes ver un árbol o un museo. Esta segregación en cuanto a calidad de vida también es aterrante.

 

 

Dadas las diferencias sociales que describe, ¿Cree que aún exista la clase media en México?

En México casi todo mundo tiende a considerarse de clase media. Pero en un país en el que el  50% de la población gana menos de 3 mil pesos al mes y en el que el 10% de la población posee el 80% de la riqueza nacional, esas diferencias eliminan un poco la posibilidad de un punto medio. Cualquiera podría pensar que quienes ganamos más de 3 mil pesos mensuales  nos ubicamos dentro de ese 10% de la clase alta. Lo terrible es que casi nunca reparamos que existe un 1% de población adinerada que posee el 20% restante de la riqueza.

Creo que de alguna forma, quienes nos ubicamos en la clase media somos afortunados. Por ejemplo, en este momento estamos chalando en una joya arquitectónica de Legorreta y junto a un mural de Rufino Tamayo al que un sector muy grande de la población simplemente no tiene acceso, (la entrevista se llevó a cabo en el Lobby del Hotel Camino Real de la ciudad de México). Creo que este tipo de cosas nos hacen darnos cuenta lo afortunados que somos y al mismo tiempo, nos da una idea de la enorme distancia que existe respecto a las clases menos afortunadas.

 


 

En otras ocasiones ha declarado que todos llevamos dentro un pequeño aristócrata egoista, discriminador y déspota. ¿Cree que esos patrones se reproducen a todos niveles de la sociedad?

Creo que hay un defecto muy mexicano: hacía arriba somos serviles con los rícos y poderosos y hacia abajo, cada quien ejerce su pequeño coto de poder y somos  terriblemente déspotas y arrogantes con los pobres. El desprecio que tenemos hacia los trabajos manuales es un ejemplo de esto.

A mi lo que me preocupa es que la clase media, al ser un estrato que aspira a las condiciones de esas clases privilegiadas, tiende a imitar un poco los defectos de la gente que describo en el libro. En ese sentido, a mi me gustaría que mi texto, además de hacerlos reir un rato, fuera una invitación a no reproducir esas conductas nocivas.

Algunos escritores como Heriberto Yépez van más allá y dicen que todos los mexicanos soñamos con ser gringos…

Yo incluso iría más lejos y diría que todos los mexicanos queremos ser gueros. Estamos hablando de un fenómeno natural, todo mundo imita las clases poderosas en el modo de hablar, de vestir y comportarse. El problema es cuando la clase de arriba tiene muchos defectos, como es el caso de la mexicana.

De ninguna manera idealizo, pero creo que las clases altas europeas tienen un sentido del respeto, de la legalidad y de la sobriedad más marcado que las clases altas mexicanas. A mi lo que me aterra es que imitemos estos modelos llenos de defectos  y prejuicios  de las clases poderosas de nuestro país.

¿Cuál cree usted que debería ser el escenario utópico para acortar las brechas sociales en México?

Yo creo que tiene que haber un estado de bienestar basado en tres grandes pilares: en primer lugar hay que tener un sistema de educación pública, gratuita y de calidad. También es importante contar con un sistema de salud de calidad porque no hay nada que más empobresca que no contar con servicios de seguridad eficientes. En tercer lugar debe haber un sistema de impuestos justos y retributivos, algo que no pasa en México, en donde muchas veces los ricos son quienes menos pagan impuestos.

Junto a estos factores hace falta ofrecer a la población modelos alternativos de vida, lo que tiene que haber es parques, museos, música en la calle y espacios que propicien la integración de la gente. Para difundir la cultura debe haber una masa crítica y una alta cultura sofisticada. Hay un mito que dice que la alta cultura es muy cara, pero definitivamente el país no va a quebrar por abrir nuevos museos o recuperando áreas verdes como el bosque de Aragón, por citar un ejemplo.

Hábleme un poco de su programa radiofónico «El Banquete del Doctor Zagal». ¿Cómo surgió?

Yo soy profesor de filosofía en posgrado, pero siempre he sido profesor de preparatoria. Me gusta mucho ser profesor de prepa porque los chavos son más maleables (en el buen sentido del término), son más ávidos y los impresionas menos. Alejandro Sada (co-conductor del programa) es mi ex alumno, y como el trabajaba en MVS Radio al tiempo en que publiqué mi libro «La Cena del Bicentenario» me  hizo una serie de entrevistas que le gustaron mucho a la gente de la estación, tanto así que me invitaron a hacer el programa.

La idea es tocar temas culturales de modo cordial, a manera de charla. A mi lo que me gustaría es que el programa se pareciera a una de mis clases de prepa. Son clases con pocos alumnos en donde hay un poco de bromas y discusiones pero en las que al final todos vamos aprendiendo. Lo que hemos descubierto en «El Banquete del Doctor Zagal» es que la gente esta ávida de conocimientos, a la gente si le gusta leer, si le gusta ir al teatro y lo único que hay que hacer es ofrecérselo.

Sin embargo, el primer encuentro con los libros a menudo suele ser un choque de trenes para mucha gente. ¿Qué títulos considera que son esenciales para interesarse en la lectura?

Yo pienso en los títulos que leí en secundaria. Leí mucha novela de detectives, leí a Salgari, que escribió los libros en los que están basadas las películas de Los Piratas del Caribe. Creo que la novela de aventura es muy importante en esa etapa de educación primaria.

En la prepa, que es donde más experiencia tengo, me sigue impresionando el éxito que sigue teniendo «Las cuitas del joven Werther». Gente que nunca había leido, incluso los matones de clase sin ningún interés en la lectura, de pronto se conmueven con este librito corto, escrito ni más ni menos que por Johann Wolfgang Von Goethe.

Creo que «Demian» o «El Lobo Estepario» de Herman Hesse siguen siendo muy importantes para gente de 16 a 18 años, aunque yo en mi clase recomiendo mucho «La Música del Azar» de Paul Auster y un libro chiquitito de Joseph Roth llamado «La Leyenda del Santo Bebedor» que les atrae mucho por este delirio del alcohol,  pero que les cambia la dinámica y les despierta el interés por leer un libro excelentemente escrito.

Finalmente, ¿Qué otros temas le interesa explorar en sus futuros libros?

Bueno, hay siempre un Leitmotif en mis novelas que tienen que ver con mi afición por la comida. Además, me gusta mucho hablar de México: criticarlo, amarlo, pelearme con él, reconciliarme. Creo que esos dos temas, que están en mis libros «La cena del Bicentenario» y «Gente como uno» siempre estarán presentes en mis novelas.

 

Escucha el Banquete del Dr Zagal por MVS 102.5 FM todos los viernes a las 21:00 horas y los sábados a las 17:00 horas en la Ciudad de México. También puedes escuchar en línea o descargar los podcasts de su programa desde el sitio: http://www.noticiasmvs.com

HolaSim Alternatripmail

6 comentarios en «Entrevista: Héctor Zagal habla de su libro «Gente como Uno»»
  1. ¡ Muy amena y fructífera entrevista ! A mi me dejo con ganas del libro, de escuchar ese programa de radio y de ir a la ciudad de méxico, entre otras cosas …

    1. Nosotros encontramos el libro enla librería Porrua de Polanco, pero no creo que tengas problemas para conseguirlo en Sanborn’s, Gandhi o alguna otra librería especializada. Saludos Oscar!

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