Uno de los principales atributos del documental Hecho en México, dirigido por Duncan Bridgeman y producido por Lynn Fainchtein es la divulgación de las infinitas posibilidades de la música mexicana a partir de los ritmos y los dialectos indigenas que todavía sobreviven.

Y es que Hecho en México es un recorrido por la identidad del Mexicano a través de 11 capítulos conceptuales que repasan sus colores, sus pasiones y sobre todo su música, que lo mismo incluye ritmos autóctonos y netamente folklóricos que música pop y la fusión musical que  caracteriza a las nuevas generaciones.

 



 

Resulta bastante emblemático que el documental abra con una secuencia de músicos tradicionales encabezados por Rubén Albarrán interpretando «Tiempo de híbridos» una de las letras más emblemáticas del desaparecido Rockdrigo González. A partir de ese momento, la sucesión de conceptos en torno a la identidad, la libertad, la resistencia, nuestra relación con los Estados Unidos, con el sufrimiento, la espiritualidad y la esperanza se ven acompañados de una verdadera constelación de estrellas de la música contemporánea mexicana entre las que detacan: Carla Morrison, Leon Larregui, Sergio Arau, Molotov, Rocko, Julieta Venegas y Juan Cirerol, por mencionar solo algunos nombres.

Es aquí donde el experimentado oído de Lynn Fainchtein confirma su talento para ensamblar crisoles musicales bien balanceados, pues lo mismo pueden aparecer en pantalla Meme de Café Tacvba con Natalia Lafourcade o El Haragán que Gloria Trevi con Kinky o Amandititita con Don Tacho sin que el documental padezca algún tipo de preferencia musical  o que los cortes lleguen a resultar abruptos, pues la mezcla entre las transiciones resulta impecable.

Aunque el enfoque en la mexicanidad hace que la aparición de personajes como Alejandro Fernández, la Banda El Limón y Agua Caliente y Chavela Vargas (en la que podría haber sido uno de sus epitafios cinematográficos) resulta inevitable, Hecho en México destaca por la divulgación de grupos como Venado Azul Slajem K’op (que significa La Última Palabra) y que rapean en maya tzotzil o el conjunto Mono Blanco, el músico multinstrumentista Gull  o el grupo músical Las Maya Internacional,  integrado por damas de la tercera edad.

Sin duda, la inclusión de dichos grupos es un acierto, pues ponen de manifiesto los alcances musicales de dialectos como el Nahuatl, el Tzotsil y el Maya que muchas veces relegamos a un contexto netamente regionalista, sin reparar en las enormes posibilidades de la lengua, como en el caso de Venado Azul quienes interpretan «Cusinela», la canción hablada en dialecto que aparece en el avance cinematográfico y que en Hecho en México es manipulada ritmicamente por el Instituto Mexicano del Sonido.

Otro de las grandes aciertos del documental es que contrapesa los conceptos de gente como Juan Villoro, Elena Poniatowska, Homero Aridjis, Santiago Pando y Héctor Aguilar Camín con personajes de a pie entrevistados en las calles, en los pueblos y en comunidades indigenas. El documental triunfa al mostrar como cada persona, desde su contexto cotidiano tiene una lección muy valiosa que aportar sobre la  identidad del mexicano.

La maestría de Fainchtein musicalizando películas le ha ganado una muy envidiable reputación que hace que las cintas en las que se ve involucrada sean sinónimo de balance musical entre propuestas de vanguardia y guiños hacia la música popular.

Al final del Día, Hecho en México es un documental que sin duda dividirá opiniones entre quienes cuestionan la intromisión de empresas como Televisa en su producción y entre quienes celebrarán el interesante mosaico musical y cultural que han logrado Fanchstein y Bridgeman. Sin lugar a dudas, la Resonancia que pueda lograr este documental entre el publico resultará provechosa para los músicos mexicanos involucrados en el proyecto. ¡Bienvenidas vitrinas como esta!

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