Hay una edad en que cualquier riff pegadizo y coro transgresor son razones suficientes para subir el volumen y sacudir la cabeza. Pero a medida que te haces mayor, el headbanging es un privilegio que sólo se otorga a los elegidos.

Las Montañas, el más reciente disco de la banda mexicana Los Mundos tiene los argumentos suficientes para conquistar los oídos de pubertos imprudentes y viejos decrépitos con canciones que son garantía de Feedback, Distorsión y Fuzz. La trinidad guitarrera del rock está presente desde los primeros acordes hasta el track que cierra el disco. Uno de esos temas de efecto inmediato, lleno de poder y una atmósfera de maldad al estilo Sabbath que bien podría musicalizar una película de terror.

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La cuarta producción de la banda regiomontana es la culminación de un camino que inició hace varios años en su natal Monterrey, una travesía musical que los ha llevado a construir canciones que podrían identificarse dentro del Garage Rock, el Shoegaze, el Fuzz y el rock psicodélico.

 



 

Es difícil describir con palabras canciones que son emoción pura . «Re-animador» por ejemplo, es una espiral de sonido en donde el cerebro parece avanzar impulsado por los efectos de una droga sonora. «Lo que trae la luna» es una muestra del tono irreverente y tan irónico que los ha caracterizado a través de sus discos, mientras que «Hoyo negro» incorpora los teclados como un elemento electrónico capaz de dialogar con el ruidos y el poder eléctrico del bajo y la guitarra.

«Espacio-Tiempo», el tema con que cierra el disco, es una pieza bien lograda sobre una base rítmica al estilo de Motorhead y con una premisa bastante perturbadora. «Detrás de la cortina estelar, alguien observa..» dicen el coro en una franca referencia de interpretación personal a la omnipresencia divina, la conciencia personal o bien, a un narrador que cuenta la historia de la humanidad, como al inicio de las películas de Star Wars.

 

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Las Montañas es uno de los mejores discos de rock mexicano del 2016 por varias razones, pero principlamente porque la música te hace sentir que estás ante una auténtica banda de rock estandarte. De esas que te hacen sentir cosas como «de aquí soy», quiero verlos, quiero comprar su disco (el fetiche físico, no el archivo digital) y quiero ponerme una playera con la imagen de Cthulhu que aparece en la portada de su disco. Algo fácil de decir, pero que muy pocos grupos mexicanos logran hoy en día.

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