Tomado de: http://megalomaniaczz.deviantart.com
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En los últimos meses se ha visto una alza en el precio del libro electrónico en sus formatos comerciales (MOBI, EPUB). Los encabezados que llevan ese tipo de noticia hablan siempre de forma general: «el libro electrónico», del mismo modo que antes escuchamos hasta el cansancio la muerte del «libro». Y sin embargo, el término es cada vez mas impreciso; no incluye la infinidad de libros gratutios en PDF, aplicaciones o EPUB distribuidos gratuitamente. La pregunta se vuelve obvia: ¿Qué hace a un libro?

Sin pretender un tratado de poética o uno filosófico, podemos decir que hay una verdad que se resiste entre los amantes del libro, sobretodo (o quizas exclusivamente) del literario: el libro de papel es una plataforma como cualquier otra, como un cd o un archivo mp3. Claro que hay matices: historias y nostalgia, lo físico contra lo virtual, etc. Pero ninguno de estos factores afecta la lectura.

A diferencia de lo que sucede con el archivo de musica, que comprime y por lo tanto presenta una perdida de calidad, la lectura no solo permanece igual (pues la calidad de la lectura, si se quiere, no la determina el formato sino el lector). Ademas la capacidad de hacer anotaciones, revisar una palabra o investigar a partir del libro se han vuelto estándares de todo lector electrónico.

Biblioteca Nacional de Praga - Tomado de bookcaseporn.com

Lo que si esta cambiando es la plataforma y sus posibilidades. Justo ahora alguien piensa hacer una historia de detectives usando un mapa conectado a Google, o alguien mas hace una novela a partir de personajes que creó en Facebook. No lo se. La posibilidad ahi está. El formato deja de ser relevante (el papel o el EPUB) y las expresiones se empiezan a definir a razón de la técnica utilizada. Si vas al cine y la pantalla proyecta La Iliada, la técnica es el hexámetro y no la cinematografía; esas distinciones son cada vez mas evidentes. Determinan el género o la disciplina, pero no la obra.

HolaSim Alternatripmail



Por Fernando García

@unfernando

Un comentario en «Lo que se queda: La nostalgia en la era digital»

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