La música de Calle 13 vivió un marcado cambio a partir de un viaje por la región andina

Siguiendo con el tema de la semana pasada, surge la pregunta. ¿A qué suena Calle 13? ¿Tanto su sonido como letras pueden decir de donde vienen y hacia a dónde van?

Habría que decir primero que los suyos son discos que suenan con todo el lujo de las grandes disqueras; que son sui generis, que no pueden entrar un género consistentemente en cada grabación y eso es parte de su encanto; que es boricua pero tiene la habilidad para hacer diferentes estilos; que son rockeros conceptuales así como son reggaetoneros;  que tiene un arreglista capaz de cargar las ambiciones de su letrista.

En Calle 13 no hay una recuperación de ritmos como en las bandas que mencioné la semana pasada, pero lo que sí existe es una preocupación por decir de donde vienen. Además existe la voluntad de denunciar, incluso las cosas más obvias, pero que son ignoradas por discos y discos (del ‘rock pop latino’ diría Residente en Atreve-te-te) que generan una imagen de Latinoamérica que no coincide con la experiencia de quienes escuchan. No sé si Calle 13 se va a poder hacer que esa imagen coincida, pero que muestren esa consciencia los dimensiona como otro tipo de músicos.

No estoy diciendo que todas las bandas tengan que buscar esto como un objetivo, pero es bueno saber que una puede sacrificar las comodidades de los grandes contratos por hacer la música que ellos creen pertinente, por las razones que sean. Lo digo por su controversia con Sony.  No se si la ruptura con la disquera fuera una especia de truco publicitario pero lo que a partir de este último disco ha hecho Calle 13 parecieran decir lo contrario.

No se trata sólo de que se hayan ido a vivir a un pueblo bajo la cordillera de los Andes o que salgan en las radios locales, sino sobre todo que con canciones como Latinoamérica cantan desde un ‘nosotros’ que hace mucho no veíamos y cuyas palabras están dirigidas a los efectos y los actores del capitalismo en América latina. Escuchar canciones que cargan una ideología y se entregan al gran público es un fenómeno cada vez más extraño en los mercados musicales de nuestros países.



 (La foto del slider pertenece a Rafael Muñoz)

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Por Fernando García

@unfernando

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