Novela definitiva en la narrativa moderna mexicana, “Se está haciendo tarde (Final en laguna)”, resumía, en casi 300 páginas, no sólo la irreverente decadencia de una época que tuvo en sus jóvenes a los mejores representantes, sino también la revolucionaria aportación de la Literatura de la Onda.

Escrita en la sede alterna de la contracultura mexicana durante la más amarga época represiva del PRI, el Palacio de Lecumberri, en un 1973 que había visto el poder de una sociedad organizada, que estaba encabezada por jóvenes que pedían un   cambio y una visión de Estado distinta.

Con ese contexto, José Agustín firmó la que para muchos es su más célebre novela, y el mayor grito de rebeldía que empezaba y acababa en una misma tarde: es la historia de Rafael, un lector de cartas sobreestimado por sí mismo, y Virgilio, dealer en el viejo y reventado Acapulco.



La visión de este notable narrador, quien fue reconocido recientemente con la Medalla de Bellas Artes, puede lucir un poco inocente ante los tiempos que nos aquejan y nos succionan, pero no pierde la actualidad en cuanto a las inquietudes y las búsquedas desatadas por las inclementes tentaciones, del rock al sexo, de las drogas a la aventura.

La novela, complementada por Gladys y Francine, un par de gringas veteranas que mantienen una relación de destrucción constante y están a nada de descender al abismo, y por Paulhan, homosexual amigo del par de gringas, quien lleva la parte más cuerda de la historia, explora un Acapulco que se desprendía de la inocencia y comenzaba una ebullición armonizada por las drogas y su vida nocturna.

La literatura de “Se está haciendo tarde” es redonda, adictiva e introspectiva, insuperable en algunos aspectos, como en la prosa que se desenvuelve entre giros de irreverencia y ligereza.

Podríamos seguir durante otros diez mil caracteres, pero no, ya se está haciendo tarde.

 

“Se está haciendo tarde (Final en laguna)”

José Agustín

DeBolsillo, México

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