«La Red nos ofrece un acceso instantáneo a una biblioteca de información sin precedentes por su tamaño y alcance, y nos facilita su ordenamiento: encontrar, si no exactamente lo que estábamos buscando, por lo menos algo suficiente para nuestros propósitos inmediatos. Lo que la Red disminuye es (…) la capacidad de conocer en profundidad una materia por nosotros mismos, construir con nuestra propia mente el rico y peculiar conjunto de conexiones que alumbran una inteligencia singular”Nicholas Carr

Hemos llegado a un final de año más. El 2011 se nos va con un agridulce sabor de boca, poco que rescatar, y nos deja en suspenso para un 2012 que, en principio, promete desde nuevos enfrentamientos a gran escala hasta el fin del mundo.

En este año que termina vimos como siguió la inercia en el mundo árabe, las revoluciones y los grandes movimientos bélicos que antes comenzaban con el asesinato de un archiduque, o de algún líder social, hoy comienzan con un tweet.

Amazon superó por primera vez en sus casi 15 años de historia las ventas de libros en formato digital sobre los tradicionales.



Las disqueras comienzan a descartar la producción de discos compactos, el futuro les alcanzó y ya sólo miran –y escuchan- atentos la web.

La muerte que tuvo mayor impacto a nivel internacional fue la de un genio de la informática, algo impensable hace 20 años.

El mundo está cambiando, el paso es acelerado. En México se tambalea el principal candidato a la Presidencia en 2012, y los ataques nacen en el mundo paralelo de la Internet.

Las dependencias de cultura organizan mesas redondas y conferencias magistrales para departir del fenómeno que es la Red; comienzan a apoyar, y justificadamente, medios electrónicos que reflejan las nuevas tendencias de lectura, de información.

La publicidad es en forma de banner interactivo y las bibliotecas ya no utilizan las dos paredes del estudio, son sólo un chip de memoria.

Así, la recomendación de esta última colaboración de 2011 tiene que ver con todo esto. El ensayo se llama Superficiales (Editorial Taurus), un texto de Nicholas Carr, una de las voces más autorizadas en el tema de las nuevas tecnologías (www.nicholasgcarr.com), libro que no tuvo mucha difusión, pero de una actualidad innegable.

En este ensayo, Carr habla de las bondades, cómo Internet está cambiando la forma de pensar del mundo entero, pero también propone argumentos fundamentales sobre los efectos secundarios del uso de la Red.

Empieza hablando de McLuhan, el experto en teorías de la comunicación que se asemejaba, con sus grandiosas y elocuentes frases, a un “twitero” adelantado a su tiempo.

Termina basándose en estudiosos del proceso cognitivo: Carr propone que la conectividad está acabando con las estructuras tradicionales del conocimiento; las personas se vuelven cada vez más dependientes, con menor capacidad de concentración; se informan pero no entienden, en fin, son cada vez más “Superficiales”.

El próximo año no dejará que Carr nos haya engañado con su ensayo. Viene un 2012 caótico y, mucho de ese caos, comenzará en una computadora. Si en China piensan en este momento que dominan a placer, es porque tienen bloqueado el ordenador.

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