Después de una pausa de seis años, en el 2009 uno de los grupos que encabezó el movimiento britpop de la década de los 90s decidió reunirse, No Distance Left to Run es el documental que sigue ese tour de reencuentro que, en un sólo verano, convirtió a Blur en algo más que una banda de éxitos pegajosos.

Damon Albarn, Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree evidentemente han visto suficientes rockumentales para saber que querían mostrar en No Distance Left To Run, podían verse como Metallica en Some Kind of Monster o hacer la versión britpop de This Is Spinal Tap. Aunque a algunos nos hubiera encantado sumergirnos en la segunda opción por la cantidad de material absurdo que hay alrededor de la historia de Blur, los directores Dylan Southern y Will Lovelace comprendieron perfectamente la idea y decidieron capturar la reunión del grupo desde la perspectiva nostálgica y contar el viaje con cierta franqueza.

La decisión de Blur y los directores fue la acertada, porque a pesar de los momentos de arrogancia que indican que no hay substituto para el talento, la originalidad y el trabajo duro, y que gritan en todo momento «Blur es GRANDE», No Distance Left To Run también te muestra la parte vital detrás de las canciones, los discos y las listas de popularidad.

No Distance Left To Run es, como se explica desde el principio, un filme alrededor de dos historias. La primera es sobre Blur reuniéndose, los ensayos en el estudio después de una larga separación, el autobús que une cada concierto y una exitosa gira de verano, empezando en un museo en Colchester, Essex y terminando con dos presentaciones masivas en Hyde Park en Londres. La otra historia es una biografía detallada por los propios integrantes de la banda, que no sólo nos acercan hasta el día en que Damon Albarn y Graham Coxon se conocieron, también nos llevan al crecimiento mediático de una palabra/movimiento llamado britpop, la batalla en las listas de popularidad entre Blur y Oasis, su crisis “pop” con el disco The Great Escape, la forma en que la tensión fue escalando dentro de la agrupación y la partida de Graham Coxon.

Dylan Southern y Will Lovelace logran transmitir esa idea a través de imágenes en vivo de carácter excepcional combinadas con la historia de la banda y material de archivo que no se salta el tratamiento franco sobre alcohol, drogas, el ego, la fama y el conflicto para mantener esa familia intacta, que en medio de los miedos individuales hace aún más grande la reunión. Cómo dice Alex James: “más que la aprobación o el dinero, necesitaba a mis amigos de regreso”.



Dentro del contexto de la reunión, No Distance Left To Run profundiza en esa idea de que “se acercaron y se alejaron tanto como sólo los hermanos pueden hacerlo”, sólo así comprendemos la relación de Albarn y Coxon, la forma en que se fueron separando en un momento en que “todo lo indie desapareció y el indie se convirtió en música pop”, cómo los clichés vividos les hacen pensar que están en un Behind The Music (según palabras de Graham Coxon) y que llegar al éxito no es como se pensaba, incluso es bizarramente monótono, como lo demuestra la grabación de saludos y Ids de Alex James para una cadena de televisión japonesa.

Es un trabajo sorprendentemente introspectivo, que te libera de los múltiples escenarios de la reunión y te lleva tras bambalinas para mostrarte algunas verdades, las palabras de rencor y resentimiento, los momentos ásperos que todavía les causan un nudo en la garganta y la historia interna que concretó canciones como Tender y No Distance Left To Run.

 

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