Por Enrique Dorantes
Con una voz a la que no han perdonado los años ni los vicios que vienen con ellos; una escenografía sencilla que simulaba la vista de una ciudad; con un acompañamiento de experimentados músicos; con medio frac, un pantalón de vestir, una playera con un signo de interrogación al frente y un sombrero cuya utilidad, en la voz del propio cantautor «es para quitárselo frente a un público como ustedes», Joaquín Sabina salió al ruedo del Auditorio Nacional para su cuarto lleno consecutivo dentro de la gira Vinagre y Rosas.
En punto de las ocho con quince, el español comenzó un recital que se extendería por más de dos horas, con el primer sencillo del último disco ‘Tiramisú de limón’; para continuar con clásicos como ‘Ganas de…’ y ‘El Boulevard de los Sueños Rotos’, dedicada a la cantante mexicana Chavela Vargas, con quien se siente plenamente identificado: «los dos hemos sido muy borrachos y muy mujeriegos» comentó Sabina previo a la interpretación. Le siguieron ‘Medias Negras’, ‘Aves de Paso’, ‘Peor para el sol’, ‘Llueve Sobre Mojado’ (con un Jaime Asúa, digno sustituto de Fito Páez), mientras las diez mil almas que abarrotaban el Auditorio Nacional se contagiaban de ese perfecto ambiente bohemio de la melodía Sabinista.
Vinagre Y Rosas, que ya supera las nueve millones de copias vendidas a nivel mundial, es el nombre del disco que promociona el español, y que el público que se dio cita en el recinto de Reforma pudo disfrutar con las interpretaciones de ‘Embustera’, ‘Menos Dos Alas’, ‘Viudita de Cliquot’, ‘Parte Meteorológico’, ‘Cristales de Bohemia’ y la misma ‘Vinagre y Rosas’, sin olvidar la que dio inicio al concierto, la ya mencionada ‘Tiramisú de Limón’.
El apoyo al compatriota no se hizo esperar, y Sabina dio oportunidad al grupo de pop El Canto del Loco, para que le acompañase con la interpretación de ‘Princesa’, haciendo vibrar por vez primera las guitarras eléctricas. Pancho Varona y Antonio García de Diego, músicos siempre fieles a Joaquín, también dieron muestra de buena entonación con ‘Esta Boca es Mía’ y ‘Amor se llama el Juego’ respectivamente.
La segunda parte del show estuvo repleta de éxitos que antaño dieron al músico y poeta el lugar que tiene en la actualidad y que refrenda con creces. Comenzó con ‘La Magdalena’ ‘Y Sin Embargo Te Quiero’ (Magnífica intervención de Marita, su corista), ‘Calle Melancolía’ ’19 Días y 500 Noches’ ‘Cerrado por Derribo’, ‘Contigo’ (para complacer la petición del respetable), y un medley de ‘Noches de Boda/Y Nos Dieron las Diez’ que levantó a los diez mil asistentes para fungir como un coro gigantescos que acompañaba la arrugada voz del «flaco».
Con sesenta y un años a cuestas, Sabina todavía tiene ganas de escuchar guitarras eléctricas tras su garganta y se retiró con una rockera del pirata cojo y ‘Pastillas para no Soñar’ que terminaron con una noche redonda en la que Joaquín sembró y cosechó rosas sobre uno de los escenarios más importantes de Latinoamerica o como él lo resume: «pisar el Auditorio es un sacrilegio». Todavía con dos fechas más por cumplir en el recinto artístico.
De acuerdo al portal del español, no se celebrará el homenaje que estaba planeado en la Ciudad de México, debido a las declaraciones en las que tachó de ingenuo a Felipe Calderón; sin embargo, mayor homenaje no puede tener el de Úbeda que seis auditorios llenos, una ovación de pie de varios minutos y un coro que se une a él a través de su música, más allá de cualquier demagogia, proselitismo y aburrida política enemiga de la verdad.