Por Ignacio Pato /   @ipatolorente

Nunca me interesaron los discos firmados por una sola persona (aunque nunca sea posible esa unicidad en sociedad). Siempre sospeché que había poco filtro en ellos. Cualquiera que haya intentado llevar a buen término un acto creativo lo sabe, no es lo mismo co-crear que crear y después pedir opinión, cuando el acto está finalizado, o casi finalizado. El filtro no es el mismo, y los consejos, normalmente procedentes de amigos y familiares, están viciados por ese mismo cariño. Eso y que en el proceso de creación se puede perder una perspectiva valiosísima a la hora de juzgar si aquello que está siendo creado aportará algo novedoso, diferente, divertido, en definitiva, relevante al, en el caso de un disco, oyente.

El disco de Le Parody no salió a la venta esta pasada semana en España. De hecho, fue liberado en internet. De hecho, que haya un país llamado España (y su viabilidad tal y como hasta ahora la conocíamos/nos había contado la cultura del consenso) está en tela de juicio por el movimiento al que los medios de comunicación acabaron colgando un “tag”, 15-M, para poder hablar de él, y que tanto tiene que ver con la música que hace Le Parody. Su música recoge de pleno la capacidad de la música como medio y no como fin en si mismo. Música hecha por una mujer con talento, dispuesta a dejar en evidencia a quien binariamente clasifique el folk o la electrónica como estilos paralizantes en lo social. Hay máquinas más humanas que muchos humanos, y que muchos humanos que se dicen rockeros, también. En otras palabras, escucha esta música y muévete. Pero muévete tú, porque quien hizo esta música no se moverá por ti. Eso es más revolucionario que casi cualquier slogan. Y desde luego, mucho más que cualquier slogan que lance cualquier grupo desde un escenario para, acto seguido, irse a un hotel de mínimo cuatro estrellas pagado por su disquera.

 



 

Y muévete también en el momento de escuchar la música. Porque Le Parody canta muy bien. Y tiene ideas musicales. Lo digo así en frases sencillas, cortas y que cualquiera con dedos al final de sus manos puede escribir. Incluso, sin dedos, dictar o escribir con los codos sobre un teclado. Pero que tienen que tener verdad para no desplomarse. Como lo que hay en “Cásala”, el disco liberado. Han dicho de él que tiene ecos a Juana Molina, a Lila Downs, a Fang. A Andrea Echeverri. A Safanòria. A Anari. Parece que es un compendio de vivencias. ¿Qué no lo es?. No se puede crear en el vacío porque no se vive en el vacío. Sin embargo de diarios llenos de vivencias están llenos los cajones de millones de dormitorios del mundo. ¿Cuántos de ellos interesarían a alguien más que su autor?. ¿Cuál es el filtro, de nuevo? El caso es que hacer un disco en el que se exponga y no se recree es revolucionario en la canción contemporánea, un género en el que el hincapié (ya el mero tempo medio de una canción es un “te lo digo despacio por si no te enteras”) es una losa que menosprecia al oyente, y en el que por ejemplo el uso de samplers resulta casi un tabú (¿cómo puede alguien interferir entre lo que el artista cree tan importante como para llegar puro al receptor?). Pero aquí tenemos otras voces, cuya identificación y procedencia proporciona dos placeres: uno, su búsqueda, dos, su adecuación. De nuevo, texto, subtexto y contexto. La vida misma. Lo común.

Yo digo que me alegro de que Le Parody me haya demostrado de que un disco tan personal, hecho por una sola persona (con la contribución musical de Frank Santiuste), por grande que haya sido el número y profunda la huella que otras personas han dejado en la vida de la creadora, puede estar bien. Y no solo bien, sino interesarme tanto. Y, además, ser tan bueno. Son tres cosas que a veces se nos olvidan.

 

 

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3 comentarios en «SONIDERO: Le parody, elogio del (a canción) común»
  1. […] Aunque en México Cásala nos resultó bastante refrescante y con ciertos guiños  al trabajo de gente como El Guincho, en su país la carrera de Le Parody no pasó desapercibida y distintos medios anticipaban que su música pintaba para cosas grandes. Fue nuestro colaborador Ignacio Pato quien desde Madrid nos aclaró un poco más el panorama sobre su propuesta en una excelente nota publicada en estas páginas digitales. […]

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