Mucho se habla en los últimos años sobre las bandas de rock. En esta columna y quizás en la revista en general hemos poca mención al primer tipo de ensamble musical a que se nombró como banda: La banda de vientos.

El ensamble de metales, conocido también como banda de vientos tiene ya 300 años de existencia. Evidentemente ha sufrido distintas modificaciones y los estilos que se han interpretado por esta familia de instrumentos han estado presentes tanto en las salas de concierto más importantes del mundo hasta las comunidades rurales más rústicas.

Seguramente muchos habrán visto bandas de viento acompañando una procesión fúnebre en algún pueblo del centro de México. Otros tantos las habrán escuchado en los kioscos de algún zócalo provinciano. Más aún no faltará quien haya puesto atención al tema épico de Las Valkirias del prestigiado compositor alemán Richard Wagner.



 

No es casualidad que cuando McCartney imaginó un grupo alter-ego a los Beatles, viniera a su mente la banda del Sargento Pepper. Las bandas de alientos han sido por excelencia el ensamble musical favorito de los ejércitos del mundo. Como nota adicional del texto «La importancia de la música» comento rápidamente que hay música también para los eventos bélicos.

 

Se tiene registrado en un texto de historia que durante la guerra entre Mexico y Estados Unidos a mediados del siglo XIX hubo un momento que cuando en la frontera estando ambos ejércitos permanecían ociosos esperando una orden de ataque. Los soldados de uno y otro país se reunían y escuchaban a sus respectivas bandas tocar juntas, vaya que la idea es hermosa en sí.

¿Por qué el atractivo de los instrumentos de viento? ¿Qué hace que tanto escuelas como ayuntamientos y hasta el ejércitos los hayan hecho sus favoritos?

Una primera razón es que suenan fuerte debido a sus características acústicas, difícilmente podría darse la indicación de ataque a un grupo de arqueros utilizando un violín.

Otra razón es la portabilidad que tienen, no se puede marchar con un chelo o una guitarra eléctrica, el primero requiere que su ejecutante este sentado y la segunda necesita estar conectada a la corriente eléctrica.

 

En nuestros días estos instrumentos quizás ya no están hechos completamente de bronce y en afán de reducir costos los fabricantes utilizan aleaciones más económicas, aún así todo parece indicar que luego de 300 años les aguarda una larga vida.

Son de los instrumentos favoritos de las instituciones, en las escuelas públicas – sin duda por influencia norteamericana- son cada vez más los concursos de Marching Bands que se llevan a cabo.

 

En la música popular destacan las agrupaciones herederas de la tradición en Sinaloa de las bandas de vientos que inició con los inmigrantes alemanes y franceses que se establecieron en Mazatlán. Agrupaciones que al fusionar el ranchero con géneros más recientes como la balada y el Pop forman parte del gusto de gente de estados más hacia el centro sur de la república mexicana.

En esquemas más sofisticados tenemos también un repertorio enorme de música para grandes Bandas o Big Bands en donde se incorpora el trío de jazz de batería, piano y bajo.

 

Me quitó el sombrero ante este tipo de ensamble y con toda humildad deseo que el esquema de banda de Rock ( guitarra, bajo y batería) sobreviva al paso de los años y se enriquezca en lo musical como lo han hecho los ensambles de metales.

 

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