Mientras Diego Buñuel recorre las calles de São Paulo, busca para su programa Don’t Tell My Mother a los artistas del graffiti que llenan de colorido y vívidas consignas las favelas, nos introduce brevemente en el flare y los símbolos rúnicos, pero a quién realmente busca es a un hombre con una máscara antigas que se especializa en la creación de filas de cráneos. El nieto de Luis Buñuel pregunta «¿dónde están tus aerosoles?», el graffitero simplemente muestra sus herramientas a la cámara, sólo necesita un pañuelo limpio y agua para crear.

Graffiti inverso, el arte en que el muro sucio de alguien se convierte en el lienzo de otro, pero para ser más claros, se trata de las posibilidades que otorga el polvo, la suciedad y el cochambre en el paisaje urbano para crear una forma de arte que en lugar de agregar una capa de pintura en aerosol, se basa en limpiar la superficie utilizando un calcentín o cualquier paño limpio y húmedo como pincel o un esténcil y una pistola de presión.

Aunque toda superficie alcanzada por la contaminación y la suciedad sirven como lienzo, los lugares idóneos para el graffiti inverso son los señalamientos de tránsito y los túneles, donde el concepto de limpiar y remover para dibujar parecen ser ideales para estos graffiteros, que junto con el concepto de arte hacen pensar en ideas medioambientales.

El primero de esos artistas fue Paul “Moose” Curtis, quien además de estar detrás del sello Soundclash en la década de los 90, resultó ser una persona muy observadora. Moose encontró la inspiración en la grasa y cochambre de la cocina donde trabajaba y descubrió contrastes que podrían transformar la suciedad en una forma de expresión, fue así como empezó a bombardear las calles del Reino Unido y meses después se unió a Clorox para crear gigantescos murales en diversos puntos del mundo, un ajuste entre una marca patrocinadora (una compañía de productos de limpieza) y un proyecto (un movimiento público de arte y limpieza) que es indudablemente perfecto, por la misma razón ya ha sido adoptado por la revista Wired, Puma, cerveza Sol y Starbucks.



Pero no todos tienen tanta suerte, porque los ejecutores del graffiti inverso son tratados, al igual que los graffiteros de aerosol, como criminales y vándalos sin conciencia. Aunque el concepto de limpiar en guerrilla es absolutamente benigno, se encuentran en un área gris, donde los policías los detienen, pero no pueden levantar cargos porque limpiar no es un delito, sin embargo las ideas plasmadas hacen pensar a muchas autoridades en daños criminales que los llevan a contraatacar limpiando inmediatamente las superficies marcadas.

Verdaderas sutilezas de las leyes e hipocresías burocráticas que clasifican a todo el arte callejero como vandalismo y que han llevado a esos artistas a utilizar términos como “clean tagging” o “negative painting” para cambiar un poco la percepción de lo que hacen. Un ejemplo de esa hipocresía son las iniciativas para preservar la obra de Banksy y la restauración de los graffitis clásicos en la ciudad de Nueva York, pero el ataque a los creadores de graffiti inverso alegando que sus pistolas de presión dañan las superficies.

Sabemos que el graffiti se ha convertido en algo cada vez más institucionalizado, por lo tanto más lucrativo, pero aún sigue siendo ilegal, ese es su atractivo, ya sea con aerosol o con productos de limpieza, sigue siendo un arte intrigante, seductor, bello e imaginativo que mueve los ambientes urbanos a un nivel diferente.

Para darse una idea de como se ve y realiza, chequen las mejores 35 obras de graffiti inverso y los siguientes videos.

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