Mientras los poetas observan la luna, marte se coloca como el planeta de la ciencia ficción. Con sus dos lunas se convierte en el enigma donde resulta encantador que los marcianos bailen cha cha cha y sean tan bonachones como los de las Crónicas Marcianas de Trino, es el lugar donde las pinturas surrealistas absorben su superficie roja a través de Salvador Dalí y la duda de David Bowie se extiende hasta la NASA, preguntando insistentemente: ¿hay vida en marte?

Seguimos sin conocer la respuesta, aunque Philip K. Dick y Ray Bradbury tal vez ya están poniendo palomitas en su lista de probabilidades, por algo no hablaban de saturninos o venusinos, y se concentraron en la vida en el cuarto planeta del sol para crear la ficción del cuento We Can Remember It for You Wholesale (adaptado dos veces al cine como Total Recall y donde Marte es como un viaje a Cuba) y la serie de cuentos entrelazados de las Crónicas Marcianas.

La colección de historias sobre Marte se extiende más allá de la colonización, la implantación de recuerdos o el futurismo de la estación del metro Chabacano, incluso se sumerge en la política marciana, como lo hicieron Edgar Rice Burroughs en The Martian Tales, Robert Heinlein en Stranger in a Strange Land y Kim Stanley Robinson en su trilogía Red Mars, Green Mars y Blue Mars. A final de cuentas todos, incluso los que bailan cha cha cha, hablan sobre periodos de impacto en la vida de los individuos involucrados, con sus heroicas y trágicas consecuencias.



La idea principal es que los marcianos poseen un conocimiento más allá del entendimiento terrestre, con habilidades telepáticas y la capacidad de crear ilusiones, en otros casos es una parada más en el espacio y refugio de exiliados de diversos planetas al estilo Douglas Adams. En el caso de Ray Bradbury los primeros en dirigirse en forma masiva al planeta fueron los rebeldes, inconformes y los afroamericanos, por supuesto que el libro fue escrito en plena era de lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. En la literatura los rumores de avistamientos de marcianos son algo común, pero todos las expediciones desaparecen sin dejar rastro. La pregunta continúa ¿Los marcianos todavía existen, o son ellos también sólo una ilusión?

Cuando el robot Curitosity amartizó exitosamente el lunes 6 de agosto de 2012 los sueños locos de los escritores de ciencia ficción se dispararon, todo por las primeras imágenes, que a pesar de no mostrar mucho hablan de una misión para buscar materia orgánica en el planeta rojo, componente esencial en todas las formas de vida que conocemos.

Para los científicos, lo importante de los primeros siete minutos de Curiosity en Marte no fueron las imágenes, sino la serie de procesos complicados que realizó el vehículo, desde una caída libre a una velocidad aproximada de 21 mil 600 kilómetros por hora, el escudo contra el calentamiento que se desechó en el descenso, encontrar un sitio propicio donde posarse y la suspensión momentánea de la comunicación con el robot. Para el equipo en la Tierra, estos instantes de incertidumbre fueron la parte más tensa de la misión tras el despegue. Para nosotros, el momento más importante fue cuando Curiosity comenzó a comunicarse con la Tierra para informar que se encontraba en una región conocida como el Cráter Gale.

Por supuesto la misión de la NASA es la exploración, para determinar si hubo, hay, o si es posible que en un futuro haya vida en Marte, preguntas que las misiones Vikingo I y Vikingo II, lanzadas en 1976, hicieron sin éxito. Con el proyecto, podemos pensar que la curiosidad no siempre mata al gato (bueno, eso todavía no lo sabemos, puede que necesite respirar otros elementos), sin embargo Curiosity aportará una gran cantidad de datos científicos y servirá para lograr lo que en la literatura se convierte en uno de sus muchos accesorios: una misión precursora para la exploración humana.

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