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Las grandes invenciones tecnológicas han tenido su inspiración en las aulas de las Universidades. Basta citar el desarrollo del primer  protocolo de internet creado por estudiantes de las universidades de UCLA, Standford y el Massachusetts Institute of Technology para dimensionar el papel que juegan las investigaciones universitarias en el desarrollo tecnológico del mundo.

Consciente de esa fuerza inventiva, el destacado inventor británico James Dyson, mundialmente conocido por sus aportaciones en el mundo de los electrodomésticos creó en 2002 la fundación que lleva su nombre que apoya el desarrollo de la ingeniería tecnológica aplicada a la vida diaria.

Bajo el lema «Diseñar algo que solucione un problema» la Fundación James Dyson realiza anualmente un concurso internacional de diseño dotado con un premio de 10.000 libras para los desarrolladores y 10.000 libras para el departamento de investigación de su universidad. El concurso esta dirigido a estudiantes de 18 países con el objetivo de animar a la próxima generación de ingenieros a ser creativos, a cuestionarse las cosas y a inventar.

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El proyecto ganador de la edición 2013 de los James Dyson Awards fue el Titan Arm, un brazo robótico operado por baterías que incrementa la fuerza en el brazo humano para levantar hasta 18kg con un esfuerzo mínimo. El Titan Arm fue desarrollado para que  las personas que sufren de lesiones permanentes o discapacidades puedan vivir una vida plena.

El brazo robótico se puede utilizar para ayudar a víctimas de accidentes cerebrovasculares a reconstruir sus músculos y recuperar sus capacidades motrices. También proporciona retroalimentación cuantitativa detallada a los médicos y puede usarse en el campo del trabajo no calificado como herramienta de ayuda para trabajadores del almacén que se enfrentan a un mayor riesgo de lesiones en la espalda, ya que levantan objetos pesados ​​todos los días.

Actualmente existen en el mercado Exoesqueletos que pueden ayudar a las personas con este tipo de lesiones, sin embargo son prohibitivamente caros, ya que sus precios son de más de $ 100.000 dólares. Utilizando los principios creados en el desarrollo del Titan Arm, por menos de $ 2,000 dólares, un paciente podría acceder a este tipo de tecnología.

Elizabeth Beattie, Nick McGill, Nick Parrotta y Niko Vladimirov cuatro estudiantes norteamericanos de ingeniería mecánica de la Universidad de Pennsylvania, desarrollaron el Titan Arm durante más de ocho meses . «Investigamos exoesqueletos disponibles y los proyectos académicos del pasado, y decidimos centrarnos en la parte superior del cuerpo ya que la mayoría de los exoesqueletos han ayudado a las piernas. Luego completamos la investigación técnica y de mercado, hablamos con los fisioterapeutas , y nos reunimos con los pacientes . Utilizando esta información diseñamos los sistemas mecánicos , eléctricos y de control para el exoesqueleto» señaló Parrotta, estudiante nortemaericano de 23 años.

Los estudiante de UPenn han declarado que lanzarán una versión de Titan Arm como una plataforma de desarrollo de código abierto para que los investigadores puedan experimentar y colaborar en el desarrollo de tecnologías accesibles . A través de esto, se espera que una nueva generación de ingenieros y desarrolladores se de a la tarea de construir dispositivos innovadores que puedan mejorar la vida de las personas en sus comunidades.

Los otros dos proyectos galardonados en los James Dyson Awards de 2013 fueron el proyecto Cortex, que propone el uso de la impresión 3D en el tratamiento de fracturas de extremidades humanas en sustitución d elas férulas de yeso y las prótesis de plástico. Después de la exploración 3D de la extremidad, se genera una ferula anatómicamente personalizada que corrige y brinda apoyo localizada en los puntos de fracturas y de estrés.

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Impreso en un fuerte plástico reciclable, Cortex reduce el desperdicio de material, ya que los moldes son reciclables y a diferencia del yeso, proporciona un apoyo fuerte, ligero, ergonómico, impermeable y ventilado, lo que mejora notablemente la calidad de vida del paciente.

El otro proyecto ganador fue Kari, un remolque diseñado para transportar objetos de manera funcional en la vida diaria y que puede ser acoplado como remolque en bicicletas. Su doble funcionalidad como remolque y portaobjetos ayuda a las personas a transportar una gran cantidad de objetos en transporte público ya que su diseño ergonómico puede adaptarse a espacios urbanos reducidos.

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