Una exhibición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York ha desatado una enorme discusión respecto a la importancia sociocultural y el factor artístico de los videojuegos como medio de expresión tecnológica.

Se trata de una exposición en la que el MoMA exhibirá piezas representativas de juegos tan emblemáticos como: Pac-Man, Tetris, Out of This World, Myst, SimCity, Vib-Ribbon, The Sims, Katamari Damacy, EVE Online, Dwarf Fortress, Portal, flOw y Passage and Canabalt.

Los juegos se exhibirán como parte de la colección de Arquitectura y diseño, además de que se planea que en una etapa adicional se añadan 26 juegos más para completar un total de 40. Los títulos considerados para dicha extensión incluyen títulos como: Pong, Snake, Space Invaders, Asteroids, Super Mario Bros., La Leyenda de Zelda y Minecraft.



Según las autoridades del MoMa, la exposición tiene la finalidad de celebrar a los videojuegos como medio artístico, ya que los juegos no fueron seleccionados únicamente por su calidad visual y la estética en su programación, también se consideró el valor histórico y cultural de su concepto temático, así como la innovación y el acercamiento de la tecnología a las familias.

 

 

Aunque el Smithsonian American Art Museum de Washington presentó una muestra similar este año llamada «The Art of videogames» la polémica en Nueva York radica en la supuesto abaratamiento del concepto de arte por aparte d elos directores del MoMA, un recinto que alberga obras de Picasso y Van Gogh por mencionar solo algunos ejemplos.

Uno de los más grandes detractores de los videojuegos como medio artístico es el prestigioso crítico de cine norteamericano Roger Ebert, quien afirma que ese género nunca podrán ser arte. “Nadie fuera del mundo de los videojuegos ha sido capaz de citar un juego merecedor de ser comparado con los grandes poetas, cineastas o novelistas” señaló Ebert para el Chicago Sun-Times.

A esta postura se suma el crítico de arte inglés Jonathan Jones, quien apenas el 30 de noviembre declaró en su columna de tabloide británico The Guardian: «Una obra de arte es la respuesta de una persona a la vida. Cada definición de arte que carece de la respuesta humana es una definición sin valor. El arte es un acto de imaginación personal.

Los mundo creados por los juegos electrónicos son escenarios creados por la interacción entre el jugador y un programa. El jugador no puede imponer una visión personal del juego aunque el creador haya cedido esa responsabilidad. Nadie «posee» el juego, así que no existe artista y mucho menos obra de arte.

Esta es la diferencia esencial entre los juegos y el arte, y ésta precede a la era digital. El ajedrez es un gran juego, pero aún el mejor jugador del mundo no puede ser considerado un artista. El arte puede haberse producido en el diseño de las piezas del ajedrez. Pero el juego de ajedrez en si mimo no es generador de arte, es solo un juego.»

 

 

Más allá de la polémica de encontrar en un mismo museo trabajos de Picasso y Jackson Pollock conviviendo con Pac Man, lo que resulta digno de analizar es el impacto de la tecnología como medio de expresión popular. El nombramiento del Premio Principe de Asturias 2012 para el diseñador de videojuegos Shigeru Miyamoto y el diseñador de gadgets Jonathan Ive como Caballero del Imperio Británico son una clara muestra de que el mundo comienza a destacar la importancia de los creadores tecnológicos.

Aunque la definición de arte es tan vieja como subjetiva, lo que es indudable es la huella histórica que este tipo de expresiones digitales comienza a tener en los principales foros culturales del mundo. ¿Se imaginan ver a Mario y Luigi en las salas del Museo Nacional de Arte o del Museo Rufino Tamayo? Solo el tiempo lo dirá.

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