El problema con la libertad tecnológica es que es un privilegio que damos por sentado. Los lamentables hechos ocurridos recientemente en perjuicio de usuarios mexicanos de Twitter y Facebook por parte de autoridades y criminales ponen en entredicho la libertad de expresión y el supuesto anonimato que creemos tener en internet.

Con el acortamiento de la brecha digital, un sector cada vez más amplio de la sociedad accede a internet desde teléfonos celulares, gadgets y computadoras de bajo costo. Todo mundo opina, critica y condena en las redes sociales sin esperar que sus comentarios puedan arrojarles una consecuencia en el mundo real.  Sin embargo, en México este tipo de escenario parece cada vez más improbable. El caso más reciente es el arresto del diseñador Gráfico Mario Flores (@mareoflores) a raíz del siguiente comentario que escribió en twitter, a propósito de la curiosa fecha del 11 de noviembre (11/11/11):

«No salía tan temprano desde que se cayó la avioneta de Mouriño, anden con cuidado funcionarios voladores»

Un día después, a temprana hora del día, comenzó a circular la noticia de que el helicóptero en que viajaba el secretario de gobernación Francisco Blake Mora había desaparecido del radar. Horas más tarde, la propia oficina de prensa de la presidencia de la república se encargó de difundir que la aeronave se había desplomado, que todos sus tripulantes habían fallecido y, sin ninguna investigación de por medio, se afirmó que siniestro fue producto de un accidente, presuntamente causado por la densa neblina que caracteriza a la zona de Chalco, donde tuvo lugar el percance.

Quienes estuvimos pendientes de los comentarios en las redes sociales los días previos al 11/11/11 e incluso en el momento en el que comenzó a correr la información del accidente sabemos la cantidad y tono de los comentarios emitidos en la red.



Por eso resulta absurdo lo que ocurrió días después. Según reporta la prensa nacional, el domigo 13 de noviembre, alrededor de las 14 horas, Mario Flores fue sometido por elementos de la PGR al salir de la casa de sus padres, ubicada en la colonia Popotla de la Ciudad de México. Sin orden de aprehensión y con lujo de violencia, Mario Flores fue detenido por agentes que lo llevaron a la sede de la PGR para rendir una declaración en torno a sus comentarios en Twitter respecto al «accidente» de Blake Mora.

Ante la presión de los medios de comunicación y de los familiares y amigos de Mario, las autoridades se vieron en la necesidad de emitir un comunicado en el que se indicó que: «Una vez que rindió su declaración sobre los motivos por los que publicó en su cuenta de twitter el comentario, se le permitió retirarse de las instalaciones, toda vez que hasta este momento, no existe relación entre la publicación del tweet y el accidente aéreo».

Tal vez la pregunta que todos los usuarios de las reds sociales nos hacemos es: «Si fue un accidente, ¿Porqué detuvieron al Twittero?». Y es que dada la ineptitud que han demostrado las autoridades para resolver casos que de verdad laceran a la sociedad mexicana, la rapidéz para ubicar y someter a este usuario de redes sociales nos arroja serias dudas en torno a nuestra propia seguridad. ¿Será una forma de mostrar el músculo de la autoridad en temas tecnológicos o simplemente se tratará de una forma de hacernos notar que la regulación en medios electrónicos es un hecho real?

Lo verdaderamente alarmante es la vulneración de la privacidad que es capáz de orquestrar la autoridad en contra de los ciudadanos, pues pese a darse a conocer un punto de acuerdo en el que el  diputado Javier Castellón solicita a la PGR que se de a conocer el modo en que esta dependencia monitorea, da segumiento y ubica el domicilio de los usuarios de redes sociales en México, la dependencia no ha ofrecido ningún tipo de explicación.

El hecho es relevante debido a los antecedentes de Maruchi Bravo y Gilberto Martinez, usuarios de Twitter que fueron apresados y después absueltos por el gobierno de Veracruz tras ser acusados con cargos de terrorismo y sabotaje. Por si fuera poco,  el crimen organizado también ha tendido sus redes para ubicar y atentar contra usuarios de Twitter y Facebook que hacen públicas sus actividades delictivas. Tal vez el consejo más prudente que esta columna en temas tecnológicos puede ofrecer a sus lectores es mantener la unidad entre los usuarios y exigir el derecho a la libre expresión y la privacidad en internet.

La autocensura es en ocasiones tan nociva como la pasividad, por lo que invitamos a ejercer su derecho de seguir opinando en las redes sociales y a utilizar las herramientas tecnológicas a su disposición para fortalecer la defensa de su privacidad y sus datos personales.

 

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