Por: Yossa Guzmán / @yosshua
En esta ocasión hablaré de tres películas alemanas que tienen como tema recurrente la desfachatez y sarcasmo a la alemana, así como la representación de personajes jóvenes impulsivos en la búsqueda de algo que los satisfaga en una Alemania confundida y rebelde. No son obras redondas ni mucho menos pero si son un reflejo de estos tiempos, se agradece en un cine como el alemán propenso a los dramas conceptuales o los estereotipos habituales.
Love steaks de Jakob Lass es una comedia romántica un tanto dispareja con un giro más visceral que las boys meet girls tradicionales, centrada en la relación entre la ayudantede cocina, Lara hiperactiva, alcohólica y extrovertida y Clemens un masajista tranquilo, responsable e introvertido. Si bien la dinámica opuesta de la pareja puede resultar chocante, las actuaciones aportan dinamismo a las escenas (quizá lo mejor del largometraje) apoyándose en la repetición de tres espacios recurrentes: la playa, la cocina y la recámara-bodega de Clemens. Esos tres espacios forman el mundo de esta pareja atrapada en sus personalidades sin matices o fisuras lo que hace un tanto predecible su trayecto amoroso.
La música como punto a su favor es una gran estrategia para acompañar los momentos en donde surge una relación más estrecha entre los dos desde ratatat hasta The knife rompiendo abruptamente con la rutina visual y narrativa.
Una mejor propuesta es Finsterworld, de la directora Frauke Finsterwalder siguiendo una línea menos narrativa y más intuitiva nos acerca a la vida de varios personajes agobiados por la historia alemana y por sus propias manías, desde un pedicurista gerontofilico, pasando por un policía que le gusta disfrazarse de oso blanco, un vagabundo temperamental o adolescentes precoces.
Con una sobreexposición visual, las imágenes de finsterworld parecen salidas de un sueño extraño y perturbador, con algunos chispazos lúcidos en las conversaciones, tal pareciera que es una versión light de Gummo (Harmony Korine, 1997) en un contexto más real y ordenado a pesar de algunos giros en el guión abruptos e inesperados.
Esta película es un buen reflejo de cómo los fragmentos de vida pueden estar conectados por detalles o sensaciones paralelas, donde existe incomunicación, egocentrismo y sobre todo aislamiento, tres aspectos clave de la época posmoderna.
Finalizo con la mejor película de las tres, Zonas húmedas de David FalkoWnendt basada en el besteller Wetlands de Charlotte Roche, cuenta con una fabulosa interpretación de Carla Juri como Helen Mamel, una joven de 18 años que gusta de tener contacto con precisamente, las zonas más húmedas de su cuerpo, centrándose en el ano, irreverente, asquerosa y divertida es esta película, dando protagonismo a esos elementos corporales que la sociedad trata de mantener al margen: la suciedad, la sangre, el excremento, los fluidos, la menstruación, secreciones y demás aspectos cotidianos que experimenta cualquier cuerpo humano.
La manera tan explícita y detallada de sus escenas pueden resultar repulsivas sin embargo son coloridas, brillantes e ingeniosas revelando la importancia de la educación de los padres en los primeros años de vida, pues marcan la existencia de las personas, Helen tiene que lidiar con unos padres un tanto disfuncionales y sobrevivir con sarcasmo, descaro y mucho dolor físico; va narrando su sentir a lo largo de sus vivencias provocando mayor empatía con ella y su comportamiento decadente y alucinado sin perder en ningún momento su lado tierno.
Fragmentos como el baño nos remiten a Trainspotting (Danny Boyle, 1998), viajes con drogas o sexo adolescente recuerda a Kids (Larry Clark, 1995), una infancia disfuncional, con divorcio y saltos en el tiempo trae a la mente la serie Dead like me (20013-2004), personaje adolescente carismático como Lilja del film Lilja 4-ever de Lukas Moodysson, en fin, una película con muchas referencias cinematográficas que afortunadamente no deja de tener su propio estilo.
