Más que un libro de anécdotas y datos curiosos sobre la historia de Sonic Youth y la sobre valorada vida rockstar, The Girl in a Band, es una demoledora narración en primera persona de las vivencias e ideas que moldearon la personalidad de una de las figuras femeninas más emblemáticas en el mundo de la música y el arte contemporáneo norteamericano.

La biografía de Gordon es una narración cruda y directa sobre el papel de la mujer en el mundo de la música norteamericana. La vida de Kim Gordon, a quienes muchos idealizan como la mujer fuerte, punk y femenina dentro de Sonic Youth siempre estuvo marcada por una personalidad idealizada por sus fans, no así por los periodistas, que a lo largo de su carrera la acosaron una y otra vez con la pregunta que da título al libro: ¿Qué se siente ser la chica del grupo?

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El libro, comienza con la visión de Kim del último concierto de Sonic youth, ocurrido en el festival de música SWU a las afueras de Sao Paulo, Brasil. Lo que parecía un concierto cualquiera para sus fans, era en realidad el adiós definitivo de una banda emblemática del rock alternativo norteamericano, pero también de «La pareja a la que todos consideraban feliz, normal y eternamente sólida (y que ahora) no era más que otro ejemplo de una relación de mediana edad fallida». Sobre el tema, Gordon añade: «El matrimonio es una larga conversación, dijo alguna vez alguien, y tal vez la vida de un grupo de rock sea igual. Unos instantes después, ambos se han acabado».

 



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Es a partir de este momento de vulnerabilidad que Kim comienza a enumerar los momentos de su vida que moldearon su personalidad, desde sus años de juventud en la California de los sesentas, su relación tormentosa con su hermano mayor Keller y la indiferencia de su padre en favor del primogénito. La cantautora hace un repaso de sus constantes cambios de residencia debido al trabajo académico de su padre y su vida y relaciones sentimentales en lugares tan atípicos como Canadá, Hawai y Hong Kong.

 

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Su relación con los hombres, siempre marcada por relaciones de poder y emociones encontradas es analizada desde un punto de vista reflexivo a partir de su propia experiencia: «Toda mujer sabe a lo que me refiero cuando digo que las chicas crecen con una idea de agradar , de ceder su poder a otras personas. Al mismo tiempo, todo el mundo esta al tanto de las formas a veces manipuladoras en las que los hombres ejercen el poder en el mundo y cómo, mediante el uso de la palabra «empoderadas», para describir a las mujeres, lo único que hacen es mantener su propio poder y control» Todavía me pregunto: «Si tienes que esconder tu hipersensibilidad ¿eres realmente una mujer fuerte?».

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A partir de su decisión de dedicar su vida al arte, Gordon comienza una carrera llena de altibajos en la ciudad de Nueva York. Una combinación de accidentes profesionales y relaciones fallidas acercaron a Kim Gordon a la música. De hecho, uno de esos caprichos de la casualidad la llevaron a conocer a quien sería su esposo a partir de una guitarra que una amiga le regaló y que Thurston Moore reconoció la primera vez que visitó su casa: «Yo he tocado esa guitarra»

La vida de Gordon no es la clásica historia de una artista en busca de la fama, sino del alma extraviada en busca de su su lugar dentro de la escena creativa norteamericana. Al paso de las páginas, Gordon relata como su paso por los grupos que anteriores a Sonic Youth fueron una extensión lúdica de su carrera en el mundo del arte. Sus constantes cambios de vestuario sobre el escenario fueron un reflejo exterior de esa búsqueda de personalidad y su característica voz «no instruida» fue uno más de los rasgo punks que caracterizaron su carrera una vez que saltó a la fama como parte de Sonic Youth: «Cuando a Thurston y a mi comenzaron a preguntarnos porque la música de Sonic Youth era disonante, la respuesta siempre fue la misma. Nuestra música era realista y dinámica, porque así era la vida, llena de extremos».

 

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A lo largo de su carrera en el mundo de la música, la cantautora descubrió nuevas facetas del rol de la mujer en un mundo netamente controlado por los hombres. A propósito del tema escribió varias canciones que exploran esa sumisión femenina controlada por los varones como en el caso de «Tunic (song for Karen)» inspirada en la vida de Karen Carpenter:

«Karen era una mujer extrema de lo que padecen muchas mujeres: una falta de control sobre muchas otras cosas que no son su cuerpo, loc ual hace que el cuerpo d ella mujer se convierta en una herramienta de poder… bueno, malo o feo. Tal vez ellos controlen todos los aspectos externos de mi vida, pero mi cuerpo entero está bajo mi control. Puedo hacerme más pequeña, puedo desaparecer. puedo hacerme pasar hambre y hasta morir y ellos no lo sabrán».

 

Aunque el libro aporta una gran cantidad de historias personales sobre la historia y declive de Sonic Youth y su relación con figuras como Neil Young, Black Flag, Dinosaur Jr, Kathleen Hanna y muchas otras agrupaciones contemporáneas, hay una figura que ocupa varias páginas del libro: Kurt Cobain. La relación de Gordon con el líder de Nirvana, con quien sostuvo una relación maternal y de confidente es un gran descubrimiento, ya que la autora describe la personalidad de un hombre tan talentoso como frágil, depresivo y con una absoluta carencia de una figura maternal que le brindara orientación. Al respecto, la autora relata cómo su relación con Courtney Love, a quien describe como una persona tóxica y depredadora, fue el lastre que hundió a Cobain en un abismo de autodestrucción del que ni siquiera su hija Frances, a quien amaba profundamente, fue capaz de sacar a flote.

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Según narra, un capricho del destino hizo que el año en el que Kurt Cobain decidió terminar con su vida, coincidió con el del nacimiento de su primera y única hija: Coco.

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El tema de las discusiones y la desmitificación que la autora hace sobre lo que representa pertenecer a una banda de rock arroja varias perlas que vale la pena atesorar: “Estar en una banda puede ser muchas cosas, pero no tiene que ver con pasarla bien” o: “Un grupo de rock es el más claro ejemplo de una familia disfuncional”.

En la parte final del libro, Kim Gordon hace una interesante reflexión sobre lo que representa ser asociado a una personalidad como la que se le otorgó a ella misma en el mundo de la música, el arte y la moda: «Elvis Presley, Kimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Ian Curtis, Michael Jackson y otros murieron, por así decirlo, debido a nuestra necesidad de «heroicidades». Al usar sus egos para esculpir su música – llegando a creerse , en algunos casos, la identidad que los medios de comunicación habían creado para ellos-, usaban su propia imagen para destruir el estándar de lo que había existido antes. El público pagaba para ver. También para presenciar la destrucción de la vida de los artistas».

 

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Al final, La chica en el grupo es un retrato auténtico y sin falsas pretenciones del mundo del rock desde la visión femenina. Escrito por una mujer que entendió muy bien su rol y sus propios límites como compositora, músico y cantante y después como madre dentro del asfixiante y sobre valorado mundo de la música. Un libro que no tiene desperdicio y que disfrutaran hasta quienes no cuentan con un marco de referencia sobre la música de Sonic Youth.

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La chica en el grupo (The girl in the band)
Kim Gordon
323 pp, Editorial Contra
Madrid, España, 2015

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