Desde hace tiempo quiero acercarme a un fenómeno muy grato en Twitter: aquellos que comparten libros, que escanean si es necesario o buscan entre sus archivos para compartir aquello que les parezca relevante. De este modo varias cuentas se han ido llenando de libros prestados, libres, disponibles a unos clics de distancia y con contenidos que distan mucho de los mas habituales: libros de arte, de ensayos académico, poesía, y en general libros que no se consiguen sino en bibliotecas.
Para iniciarse basta seguir algunas cuentas, es cosa de buscar y entonces podemos tener un día la obra completa de Pessoa, una gigantesca antología de literatura en inglés o hasta librerías enteras en PDF. En un país como el nuestro, donde los libros «no comerciales» son prácticamente inconseguibles fuera de sitios como Amazon donde se paga mas por envió que por el libro, la aparición de estos puntos para compartir en la red son un verdadero oasis.
No faltaran los enlaces caídos desde luego, pero justo esta en la expansión de la red la solución a ese problema; generar que persona que aprovecha también comparta, como sucede con los clientes de torrent. Seria difícil criminalizar lo que hacen estos tuiteros; están acercando la cultura, el conocimiento, las ideas y todo aquello que fundamenta la educación a personas que de otra forma no podrían conseguir los libros. Atacan un concepto que tiene paralizada a buena parte del potencial educativo fuera y dentro de las universidades: el conocimiento tiene dueño y por lo tanto precio.
Además es estos esfuerzos, diferentes sitios en internet, ya sean particulares o de librerías nacionales, han puesto a disposición de los usuarios parte de su acervo. Por ejemplo, la Librería Nacional de Irlanda ha subido a la red una serie de manuscritos de James Joyce. El libro parece estar diversificando su adaptación como herramienta que carga un mensaje.
