Hoy es el Wirikuta Fest, un evento llamado a asuntos diferentes a los habituales. No puedo recordar en los eventos recientes un festival que no sólo fuera un concierto, con las bandas de moda, donde la atención se centrara siempre en lo que está próximo a subirse al escenario y nada más. EN Wirikuta hay activismo, hay música, pero sobretodo hay acercamientos. Hoy, muchos podrán tener contacto directo con mexicanos que son profundamente diferentes a ellos. No se trata de exaltar las diferencias; de este tipo de encuentro que puede surgir una cultura de tolerancia.

Lo que pasa con Wirikuta es una oportunidad para ver como se manejan las relaciones entre el gobierno y los pueblos originarios, quienes no son menos ciudadanos que los de San Nicolás o la Condesa, y están sujetos a las mismas injusticias aunque posean una cosmovisión completamente diferente. Los huicholes han tenido que entrar a una dinámica a la que no están acostumbrados; se nota cuando los entrevistan, cuando no se entretienen en detalles y palabrerías y lo único que necesitan son documentos que les garanticen respeto. Eso es todo, respeto.

Los conflictos entre empresas privadas y pueblos originarios son muy significativos de nuestro tiempo; una maquinaria persigue aquello para lo que fue diseñada, la riqueza, una dinámica que se remonta a las primeras colonias europeas y que se enfrenta a su enemigo natural, una comunidad con un fuerte arraigo con la tierra, y por consiguiente todo aquello que exista sobre y gracias a ella. Ambas pertenecen a ordenes muy distintos, acaso irreconciliables y es por eso que se necesita de lo sociedad para mediar, defender, señalar la injusticia cuando exista.



 

Además, hoy promete ser una celebración del llamado rock en español; el termino podrá parecer impreciso, pero este es un genero muy particular, con su estilo y su ideología. Aunque Café Tacuba ya no sea el mismo y Caifanes sea algo parecido a un zombie, ahí van a estar las canciones que nos pueden acercar a otros mexicanos como los huicholes; estarán «Nubes» y «las Flores». También «Latinoamérica», de nuevo en el DF: la joya del ultimo disco de Calle 13.

Tal vez la idea de la ciudad que se construye sobre otra es la que determina a nuestro país; ahora no son pirámides por iglesias, sino lugares sagrados por mineras.

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Por Fernando García

@unfernando

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