Rita, el documental del cineasta mexicano Arturo Díaz Santana cumple una premisa fundamental a la que pocos materiales del género acuden: la imparcialidad. Por supuesto que abunda en momentos de elogio a la figura de la líder de la banda mexicana Santa Sabina, pero también muestra sus aspectos temperamentales y dominantes que enriquecen la personalidad de la creadora en toda su perspectiva, con sus virtudes y sus vicios, con sus aciertos y sus errores, con sus cúspides y sus abismos.

El planteamiento narrativo del director se sustenta en los comentarios de quienes conocieron a Rita, ofreciéndonos un perfil humano y construyendo el personaje a partir de los recuerdos de sus personas más cercanas. La artista pocas veces aparece frente a la cámara, lo que mantiene el eje narrativo del documental en los recuerdos que emocional y profesionalmente dejó en la gente que la conoció.

El documental muestra el perfil de Rita Guerrero desde su infancia, nos retrata a la hija menor de una numerosa familia oriunda de Guadalajara, presentando sus tempranas inquietudes artísticas, alimentadas por la educación artistica de su padre. Los comentarios de sus familiares y más tarde de sus amigos nos muestra su traslado a la ciudad de México en 1984 y su formación en el medio de la actuación con el profesor David Hevia.

Es en el teatro de vanguardia donde Rita Guerrero explora su vocación artística y sus atributos como cantante, los entrevistados destacan sus participaciones en el musical «La ópera de los 3 centavos» y más tarde en la puesta en escena vanguardista Vox Thanatos, como los momentos que marcarían su vida, ya que es en esa etapa cuando conoce a Alfonso Figueroa, Jacobo Liberman y Pablo Valero, con quienes más tarde, formaría una de las bandas más vanguardistas en la historia del rock mexicano: Santa Sabina.



El papel trascendental de Rita Guerrero, no solo como cantante, sino como líder y fuerza dominante de Santa Sabina es explorado por sus compañeros, desde su invitación para formar parte del proyecto hasta su influencia en la toma de decisiones, desde las letras, los arreglos y las portadas del grupo hasta el vestuario de sus integrantes. La autoridad de Rita sobre Santa Sabina desde luego que ocasionó diferencias y rotación de músicos a lo largo de la carrera del grupo, incluso Jacobo Lieberman menciona que pensó en sacarla del grupo, aunque final, fue él quien se hizo al lado.

Pese a sus disputas internas, el rigor y la calidad del grupo le ganó a Santa Sabina un lugar predominante dentro de una escena donde literalmente, jamás hubo una banda como ellos. Los testimonios de músicos contemporáneos como Alfonso André, Armando Vega-Gil, Alejandro Marcovich y Rubén Albarrán dan fe de la importancia de Santa Sabina durante la década de los noventas, en la que tuvieron un gran activismo político a favor del movimiento zapatista.

El material también muestra el acercamiento de Rita a la música antigua con el coro Galileo, un proyecto al que dedicó sus últimos años y en el que según sus propias palabras, recuperó la espiritualidad que al paso de los años perdió al frente de Santa Sabina. Finalmente, el tema de su lucha contra el cáncer de seno es tocado sin abundar en muchos detalles. Aunque se da testimonio del concierto que colegas como Julieta Venegas, Zoe, Natalia Lafourcade, Jaime López, Rubén Albarrán y Los Músicos de José organizaron en 2010 para reunir fondos para su tratamiento, la mirada del cineasta evita, de una forma muy acertada, caer en el morbo y el sentimentalismo.

Dos grandes reflexiones finales del músico Alfonso Figueroa sirven como colofón al cierre del documental: «Somos nuestros muertos y lo que nos pasa en la vida. Rita brillaba tanto, que se quemó.»

Para beneplácito de los seguidores de Santa Sabina, el documental fue estrenado el pasado jueves 4 de octubre en la señal abierta de TV UNAM. Aunque se desconoce si la producción firmada en colaboración con la UNAM tendrá nuevas emisiones, lo más probable es que se exhiba en festivales y circuitos independientes como Ambulante.

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