70 años son suficientes para convertir un martes en Día de Bob Dylan, para hacer listas de canciones, sacar a la luz declaraciones que no escandalizan mucho y apuntar fechas importantes en su carrera, sin embargo la recomendación sigue siendo la misma: para conocer a Dylan es necesario escuchar a Dylan y tal vez podríamos agregar leer los múltiples libros que ha escrito sobre si mismo, pero conocer a Robert Allen Zimmerman es otra cosa.

Al menos tres directores han intentando revelar un poco lo que hay detrás de ese receptor de ideas que es Bob Dylan, que como Robert en cierto momento decidió actuar como la persona que le gustaría ser y pronto se convirtió en lo que actuaba. Como buen actor de su propia vida, Bob Dylan ama el cine y las películas siempre han informado sus composiciones, gran parte de su catálogo de canciones son visuales casi a nivel cinemático, el mismo Dylan ha aparecido en una docena de filmes a lo largo de su vida como extra o personaje secundario y ha permitido que su historia sea documentada de diversas formas, desde conciertos hasta roles dramáticos o incluso llenos de indiferencia, pero sólo existen tres documentos autorizados sumamente reveladores en cuanto a la transición de Robert en Dylan y la otra transformación de Dylan en los otros Dylan.

Lejos del AD de Victoria’s Secret (2004), los cameos en Paradise Cove (1999) y Catchfire (1990), el pequeño papel que le dio el director Sam Peckinpah y que terminó en una breve actuación y la creación de Knockin’ on Heaven’s Door para Pat Garrett & Billy the Kid (1973), y el experimento de talentos que realizó en Renaldo and Clara (1978), está la verdadera presencia de Bob Dylan; incluso en la interpretación de los múltiples Dylan que hizo Tod Haynes está en el fondo Robert Allen Zimmerman, que no es precisamente como el Zelig de Woody Allen, pero si posee la capacidad de transformarse a placer.

Don’t Look Back (1967)
D.A. Pennebaker adoptó el estilo del cinema verité para retratar a Bob Dylan durante una gira en el Reino Unido en 1965, es una pieza de blanco y negro que muestra las múltiples texturas del cantante, el compositor y el fenómeno de medios. Es el momento en que Dylan es acústico en la primera parte del concierto y el resto es eléctrico, también es el instante en que es algo mod, siempre de negro y cargado de piel, se percibe la megalomanía, los juegos de palabras que enredan a periodistas y hay un círculo muy cerrado en el que no faltan personajes como Joan Baez, Allen Ginsberg, Marianne Faithfull y Bob Neuwirth.



No Direction Home (2005)
Aunque cuatro horas parecen poco en 70 años de historia, Martin Scorsese logra una amplia cronología de la vida de Bob Dylan desde su infancia hasta 1966, su momento más alto en creatividad. No Direction Home de hecho es el documental definitivo de Bob Dylan, capta la imagen del cantante en comentarios íntimos, pero logra un personaje de tres dimensiones gracias a los comentarios de toda la gente que conoció tanto a Robert y como a Dylan y presenció su asentamiento como icono de la cultura estadounidense.

I’m Not There (2007)
La biografía de Todd Haynes no es algo ordinario, empezando porque no tiene a Bob Dylan, pero es un retrato de sus múltiples facetas complicadas en una deconstruction cinemática, es algo hecho por un fan y también es un homenaje a sus variaciones: el músico, el compositor que evoluciona, el elusivo personaje en los medios, el cantante que protesta y se vuelve eléctrico, el crítico social, el icono pop, el artista atormentado y el incansable buscador del alma.

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