El título de ésta colaboración es sugerente y tal vez hasta cliché pero me gusta porque últimamente he leído un par de cosas al respecto que me han llevado a estar de acuerdo con la frase.

La cultura occidental condena terminantemente el fracaso «No hay lugar para errores», «No puedo darme el lujo de fallar», «El perder no es opción». Incluso suena a slogan publicitario de alguna marca deportiva. Vale la pena discutir si esas frases conducen a algo o no.

Generalmente, los seres humanos aprendemos sobre nuestras equivocaciones. El clásico ejemplo: El bebé cuando aprende a caminar. De no haber caído jamás hubiéramos podido mantenernos en pie. Como ese ejemplo podríamos llenar este escrito. Deletreamos antes de leer fluidamente, garabateamos antes de escribir o dibujar, desafinamos antes de cantar.

Es muy normal ser torpe cuando se aprende alguna actividad nunca antes realizada. Aún sabiendo ésto, muchas veces seguimos operando bajo los esquemas anti-fracaso arriba mencionados los cuales nos impiden siquiera hacer un intento.

Es importante considerar que muchas cosas que hoy damos por hecho fueron logradas luego de una serie de intentos fallidos. Tan sólo la bombilla incandescente -pa’ los cuates el foco– para que pudiera  funcionar como hoy sabemos, Thomas Edison hizo cientos de intentos. La ciencia implica realizar esfuerzos continuos de prueba-error hasta lograr sustentar o desechar una hipótesis.



Pregunten a cualquier atleta el esfuerzo que se requiere para conseguir una medalla o ganar un campeonato. Michael Jordan fue rechazado en sus inicios como basquetbolista y éste mismo hombre no tuvo miedo de pisar terreno desconocido al ingresar a la liga de beisbol.

Muchas veces tenemos a admirar los logros de otros porque únicamente vemos el resultado final pero no sabemos todo el proceso que llevó llegar a ese resultado. Yo por eso disfruto mucho ver esos documentales de cómo se hizo mi película favorita de los Beatles es Let it be porque los muestra con desafinaciones, errores de tempo, discusiones, en fin, como seres humanos.

Es más fácil recordar algo que aprendemos con esfuerzo que algo que nos resultó sencillo al primer intento, tan sólo piensen las materias en la escuela que más trabajo les dieron.

Cuando hacemos varios intentos tenemos un mejor dominio del tema o situación sobre la que estamos trabajando. Al médico o al piloto de avión se les exigen horas y horas de práctica antes de que se les permita ejercer sus profesiones porque saben que tienen vidas humanas bajo su responsabilidad.

Finalmente no olvidemos que todo en esta vida es un proceso de mejora continua, desde el árbol que tenemos en el parque local hasta la mente humana. No hay que desanimarse si las cosas no resultan a la primera. Es más, descubrimientos científicos como el láser surgieron como un resultado colateral de experimentar con luz. El Rock and Roll  surgió en el momento en que la población blanca asumió e interpretó la música negra.

Fallar no tiene nada de malo, el reto está en no desistir nunca de seguir intentando. Dirían los Enanitos Verdes: «Hay que correr el riesgo de levantarse y seguir cayendo»

 

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