Dos gratas sorpresas dentro de la programación Queer Lisboa, un director japonés Koichi Imaizumi, y una directora finlandesa – egipcia Samira Elagoz mostraron sus más recientes trabajos saturados de reflexiones y naturalidad.

La película Berlín Drifters de Koichi Imaizumi, una película que une el porno y el amor en las calles de Berlín, sexo explícito, pero también emociones explícitas, con un aire a Happy Together de Wong Kar Wai. Lo que hay aquí es melancolía fría, solitaria y al fondo la torre de Alexanderplatz. Koichi es un japonés solitario que conoce a Ryota en un sex club. Después de una decepción amorosa con un alemán, Koichi se va a vivir con Ryota y gradualmente van formando lazos a través del sexo y la soledad.

La atmósfera del film repercute de manera directa con las emociones y los rostros entumecidos de los personajes, los gemidos y los encuentros sexuales filmados con la precisión de un documental. Por extraño que parezca la dulzura que imprime en esos encuentros que podrían parecer salvajes son los puntos álgidos de esta película, además los acompañamientos que hace de los personajes en las estaciones de tren y calles de Berlín son un excelente recurso para contar esta historia de amor fallido, Koichi Imaizumi representa al solitario Ryota, quien por cierto, es considerado uno de los mejores actores del subgénero japonés pinku eiga (cine erótico rosa) , con este, su sexto largometraje se ha consolidado como un director estilizado y a la vez subversivo en cuanto al uso de la narrativa como complemento del porno.

Del lado de Queer Art se presentó el documental Craigslists Allstars de la performer Samira Elagoz un personal trabajo sobre encuentros que tiene la misma directora con diversos hombres contactados en la red Craigslist, sus encuentros íntimos son apropiados por Samira adaptándose a las especificaciones de cada uno de ellos, desde las relaciones sexuales, los bailes, las pláticas sobre esperma o tristeza, etc. Cada uno de ellos expone su naturaleza humana ante la mirada y la cámara de la directora, ella misma es un personaje que aparece y desaparece de cuadro, su actuación se desenvuelve entre la curiosidad y la entrega total.




Si bien las imágenes no son muy cuidadas y la cámara en mano crea una sensación de vouyerismo enfermizo, es sorprendente el poder de adaptación que Samira Elagoz tiene con cada uno de ellos, su actuación performativa no deja de ser un encuentro íntimo (no sólo sexual) por primera vez con alguien que no conoces para nada. Los encuentros no sólo de cuerpos sino de mentes es un choque brutal entre las personas, es impredecible, lo que aumenta el riesgo pero también el placer, y eso refleja muy bien este breve documental: 60 minutos son suficientes para comprobar la variedad de personas que existen en el mundo, pero también muestra la mente inquieta de una chica de 24 años en busca de explorar sus ideas.

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