Una de las etapas de la vida a la que todo ser viviente ha de llegar es la de la muerte. Por definición, vida implica muerte y en la vida coexistimos con la muerte, a gran escala o en acontecimientos personales o bien, íntimos.
En este año, en México se ha hablado de muerte hasta el hartazgo: secuestros que terminan en trágico desenlace, balaceras, narco fosas, accidentes absurdos, enfermedades de nuestros tiempos, etc. Estamos ante una sobre-exposición de la muerte.
A la manera de los antibióticos, cuando un uso excesivo del mismo hace a los gérmenes y bacterias inmunes al ataque, así los espectadores se hacen insensibles ante la muerte expuesta en los medios de comunicación masivos. Lo que me ha resultado impactante es cuando la muerte de una persona del ambiente de los reflectores acontece: alabanzas, elogios, letanías lambisconas sobre alguien que llegó a esa etapa a la que todos hemos de llegar. La muestra en este año fue con Amy Winehouse y Facundo Cabral.
Cabral, tipo talentoso y de una sensibilidad única, contaba con una carrera enorme y distinguida, murió en circunstancias horribles de las que es preciso no volver a mencionar. Winehouse, excelente voz y controversial ex profeso, tuvo a bien morir en las condiciones ideales para que cualquier incauto quedara prendido de su figura para hacerla mítica: por shock de un consumo excesivo de alcohol y a los 27 años. Mientras que era obvio que a Amy Winehouse le lloverían flores y halagos por estar insertada en el escaparate validado por los medios (sin demeritar su talento ni su música), a Cabral le llovieron las mismas flores y halagos pero por gente que sólo lo hacía porque el cantautor era un ícono y sólo recurrían a “no soy de aquí ni soy de allá”, lo que es síntoma inequívoco del desconocimiento de la obra de Facundo Cabral.
En el otro extremo de este espectro de la música, no escuché yo más de 3 alabanzas a Eugenio Toussaint, Rita Guerrero o Mike Starr. Los 3 figurones, de una relevancia notoria pero que, al estar relegados de ese mainstream que invita y obliga a colgarse del muerto para expresar una pena que es compartida sólo por la coexistencia en la temporalidad y en el sistema. Ahora bien, esta idea me obliga a pensar que los elogios a Facundo Cabral son relativos al morbo de la escena del crimen. Ni Sacbé, ni Santa Sabina o Alice in Chains han sido objetos masivos de consumo. Sin embargo, la sangre y los mitos fáciles sí.
Felipe Toledo, Tiene 25 años y es oriundo de Irapuato, Guanajuato. Es pasante de Filosofía, especializándose en educación estética, amante del fútbol y extremo practicante de las Mixed Martial Arts. @Felipe_Babalu