Por Enrique Dorantes
Una controversia que últimamente invade los titulares de las notas locales se refiere a las reformas a la ley para autorizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo cual para algunos, como el grandísimo comunicador y vocero de la Iglesia Católica, Esteban Arce, se trata de una deformación a la familia mexicana. Definitivamente Arce no se ha dado cuenta que la familia mexicana, no es por decirlo de alguna manera, la más unida del orbe. Y definitivamente no está enterado que personas del mismo sexo han vivido en unión durante décadas. Ahora, la firma de un contrato entre dos homosexuales, no altera ni corroe nada en una sociedad en sí maltrecha. Problemas más serios se tienen por resolver que la vida sexual de los demás, que poco debería importarnos.
Una de las novelas que mayor polémica causó durante su publicación fue la del irlandés Óscar Wilde, El Retrato de Dorian Gray, que a 119 años de su publicación, es considerada un homenaje hermoso al elemento gótico, al sarcasmo que se enfrenta y derrota a madrazos contundentes a la moral establecida por una burguesía santurrona, a lo decadente, a lo fantástico y si se me permite, a la fiolosofía dentro de la novela. Y por supuesto, es el más grande clásico de literatura homoerótica jamás escrito.
Wilde (Irlanda 1854 – Francia 1900), de quien también se sabe llegó al extremo de la missoginia e incluso se le juzgó y castigó por su homosexualidad, publica en 1901 ésta novela de dimensiones insospechadas mientras en Inglaterra se vivía aún la época Victoriana. La obra fue recibida con gritos que despertaron e incomodaron a sacerdotes, burgueses, políticos y a la alta suciedad que aprobaba la bigamia, la pederastia (¿o no mis monseñores?), y otras aberraciones que hasta la fecha se mantienen como ejercicios comunes en orgías acompañadas de champán y biblias.
Dorian Gray, un joven cuya belleza inefable trata de plasmar el artista Basil Hallward, conoce incidentalmente a Lord Henry, amigo del pintor, quien resulta ser la máxima influencia para el efebo. El carácter y la personalidad de Lord Henry seducen a tal grado a Dorian que tras algunas conversaciones queda convencido por sus ideas materialistas. Cuando Lord Henry le dice que la belleza lo es todo, Dorian desea con todas sus fuerzas no envejecer. Pero como bien dicen los clásicos, «cuidado con lo que deseas, que se te puede cumplir». Así es como el retrato pintado por Basil, que por cierto era una obra de arte superior gracias a la belleza del modelo, empieza a envejecer en lugar de Dorian.
Al darse cuenta que su juventud era permanente y era el cuadro el que sufría los estragos del tiempo y de las acciones que podían ensuciar la conciencia de Dorian, éste comienza una vida de libertinaje, tan llena de excesos como de maldad concienzuda que incluyen asesinato como máxima expresión de la posesión diabólica que Lord Henry ejerce sobre su pupilo. El final no es inesperado, pero es justo, los medios para llegar a la tragedia valieron la pena.
La historia es redonda, de principio a fin mantiene el interés en el lector. Está llena de ambigüedades en la literatura y de insinuaciones que retan a la imaginación inocente de quien se adentra en sus líneas. Trazo por trazo, el Retrato de Dorian Gray, cumple con la estética del arte pictórico y con la sutileza del literario. Recomendable para todas preferencias, hasta para aquellos creyentes y temerosos de la palabra del señor, después de todo, fue un católico quien lo escribió; Óscar Wilde se volvió al catolicismo antes de su muerte, fue bautizado en pleno uso de sus facultades, que ironía.
El retrato de Dorian Gray
Óscar Wilde
Ediciones Leyenda
México, 2009
Uno de mis libros favoritos of all times, obra genial 🙂