Por Enrique Dorantes
¿Qué es esa sociedad mierdosa que se burló por tanto tiempo de la inteligencia; que quemó cultura y gente culta a diestra y siniestra; que le arrebató años valiosos a la evolución del pensamiento; que inventó guerras y mató a nuestros hermanos; que creó terminos tan absurdos como la piedad y la culpa; que cada día asesina al superhombre de Nietzsche; que vive en la impunidad y ejerce control absoluto sobre las mentes que ella misma debilitó; que ha abusado a su gusto de los hijos de este planeta? ¿Por qué no predica sus dogmas mientras arde en las profundidades del infierno y sus sacerdotes, voceros y todas sus ratas son desolladas cada noche para al día siguiente reconstruirse y sufrir el mismo martirio en un ciclo infinito?
Raúl González Lara, hijo de Marcial Maciel, en entrevista con la periodista Carmen Aristegui, para MVS radio, da a conocer la monstruosa experiencia a la que fue sometido por su padre, el fundador de los Legionarios de Cristo (una especie de secta parasitaria, jodidamente miserable, tanto que lo único que tienen es dinero), quien abusó sexualmente de él y su hermana cuando éstos no cumplian siquiera los diez años de edad.
Este cobarde, terrorista mental, pederasta, asesino de inocencias, ente revestido de biblias, sotanas y dogmas, pero por debajo un completo anticristo, ser despreciable y monstruoso digno de toda la tortura jamás pensada por su perversidad por el mismisimo demonio, demuestra una vez más la capacidad de la iglesia católica y sus creencias retrógradas que castigan la crítica y amonestan a quien vive alejado de sus corruptos templos; pero justifica, defiende o protege a tanto delincuente, violador y criminal que desde sus filas declama oraciones vacuas. Léase Karol Wojtyla, máximo encubridor de pederastas.
El maestro Friedrich Nietzsche, prócer del existencialesmo ateo, y genio alemán adelantado a su época en cuanto a pensamiento, lo escribió desde 1888 en su libro Der Antichrist, Fluch Auf Das Christentum (El Anticristo, Maldición Contra El Cristianismo), en la que señala como gran responsable de la infamia del hombre a los principios judeocristianos, que encierran al hombre en ritos, doctrinas y lo mantiene bajo el yugo del tormento y la posible venganza de una fuerza desconocida pero vengativa, su dios.
En el siguiente párrafo se trata de encerrar sólo una idea de la postura ideológica que encontraremos en éste ensayo:
«El cristianismo no puede justificarse. Es inútil que se pretenda adornarlo. Ha declarado una guerra a muerte al superhombre, ha prohibido todos los insitintos fundamentales de éstos, y ha vertido de esos instintos el mal y el hombre malo: consideró al hombre fuerte como un tipo reprobable. El cristianismo ha tomado partido de todo lo débil, de todo lo bajo, de todo lo fracasado, idealizando al que se opone a los instintos elementales de conservación de la vida fuerte, y que ha estropeado la razón misma de las naturalezas intelectualmente más fuertes, enseñando que los valores superiores de la inteligencia no son más que pecados, extravíos y tentaciones».
Nadie lo podría escribir mejor que el alemán, por eso se entrega al lector avezado y de criterio extraordinario una obra con la posición irrefutable de Nietzsche, no para que se lea, sino para que se comprenda. Como bien lo dice en su prólogo, un libro para las minorías.
Y quizá encontremos la justificación de que entes tan despreciables como Maciel, Juan Pablo II, o el mismo Benedicto XVI (con todo y su pasado Nazi), formen parte de esta sociedad mierdosa que tantos obstáculos ha puesto para el desarrollo de la especie. Que su dios los perdone, ¡porque nosotros no!
El Anticristo, Maldición Contra el Cristianismo
Friedrich Nietzsche
Ediciones Leyenda