«El autor de cada libro es un personaje ficticio

que el autor existente inventa para hacer de él el autor de sus ficciones».
Italo Calvino

Por: Marianna Stephania / @geminiac 

El martes 4 de marzo se realizó, en el Palacio de Bellas Artes, un homenaje a Salvador Elizondo, ya que este año se cumplen ocho años de su muerte. Asistieron los escritores y amigos de Elizondo: Jorge F. Hernández, Phillipe Olé Laprune, Pablo Soler Frost, Javier García Galeano y José de la Colina, quienes lo recordaron contando anécdotas de su vida, además de leer algunos fragmentos de su obra.

Phillipe Olé Laprune habló sobre la conferencia que dictó Elizondo en el centenario de la muerte de Georges Bataille que se realizó en el palacio de Bellas Artes el 8 de octubre de 1997, en donde Elizondo mostró su profundo conocimiento en la obra del escritor francés y cuya filosofía del erotismo sería una de las bases para su novela más conocida Farabeuf (1965). Laprune aseguró que los libros de Elizondo son: “Libros singulares, incomparables. Él inventó su idioma que es la marca de un gran escritor.”



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Foto: El Universal

Por su parte, Pablo Soler Frost se identificó como discípulo y alumno de Elizondo, ya que no sólo aprendió literatura y ensayo, sino que Elizondo le enseñó cuestionas cinematográficas. Recuerda cómo su maestro podía pasar horas hablando de la Nouvelle Vague o de las producciones mexicanas que se hicieron en los Estudios Churubusco. Asimismo, recordó una de las charlas que tenía con Elizondo sobre qué habría pasado con la cabeza de Goya lo que motivó a Frost a escribir el libro Apuntes para una historia de la cabeza de Goya luego de su muerte.

Javier García Galeano fue el primero de los presentes que dedicó más tiempo a leer fragmentos de la obra de Elizondo. Los pasajes elegidos fueron Vocaciones frustradas un texto del libro Camera Lucida (1983). Se habló de Elizondo no sólo como un gran escritor, sino también de sus estudios en cine y fotografía, además de que dedicó una parte de su vida a la pintura. Se leyó una descripción que Elizondo hizo de sí mismo, ya que la autobiografía fue un recurso importante durante toda su obra, por ejemplo en Autobiografía precoz (1966) y en Elsinore (1988).

José de la Colina comenzó diciendo: “El maldito de Salvador Elizondo me hizo la chingadera de la vida. Se murió el día de mi cumpleaños. No me hablo con él desde entonces.” El escritor recordó cuando conoció a Elizondo en el Cineclub del Instituto Francés de América Latina. Su gusto por el cine los convirtió en buenos amigos desde la juventud, posteriormente participaron en la revista Nuevo Cine en donde escribían críticas exaltando al cine norteamericano. Nuevo Cine trató de adaptar mucho de lo que en Francia fue Cahiers du cinéma ya que ambos autores estaban interesados en la Nouvella Vague y en las películas de Godard y Truffaut. Aunque no lo mencionó, José de la Colina también fue colaborador en S.Nob, revista fundada en 1962 por Salvador Elizondo y en donde se publicó una traducción de las primeras páginas de Finnegans Wake.

José de la Colina también recordó a Hiroshima Mon Amour (película dirigida por Alan Resnais y con guión de Marguerite Duras) como una de las películas clave que interesarían a Elizondo y cuya técnica narrativa buscó aplicar en su literatura. Para José de la Colina, el libro Elsinore representa el refinamiento literario y teórico de Elizondo, quien había sido influenciado por Georges Bataille y Paul Valéry.

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Por último, Jorge F. Hernández recordó a Elizondo como un maestro que contagiaba la pasión por escribir y por la lectura. Además, fue uno de los pocos escritores que comenzó y mantuvo el registro de su vida desde temprana edad. Por lo que ahora se cuentan con una serie de diarios de los cuales la revista Letras Libres ha publicado algunos fragmentos. Entre los libros que más se destacaron se encuentra, por supuesto, Farabeuf, aunque la mayoría de los invitados aseguró que el libro Elsinore publicado en 1988 y con características autobiográficas, era el libro que mejor conjuntaba las ideas y filosofía de Elizondo.

Como suele decirse, el mejor homenaje que se le puede hacer a un autor es leer su obra, es por eso que concluyo con una cita del libro Hipogeo secreto (1968), obra que García Galeano describe como “una novela que se escribe conforme se lee” y en la que Elizondo se incluye como personaje y autor de la obra:
“Si el escritor está escribiendo una novela, bastaría saber qué edad tiene, para saber exactamente cómo es su novela. Si fuera una historia fantástica como las que inventaban los filósofos chinos para ilustrar sus aporías y sus paradojas, podría decir, por ejemplo, que la novela trata de un escritor que crea a otro escritor, pero que un día se percata de que él es sólo un sueño de su propio personaje que lo ha soñado creándolo. Sólo podría librarse de ese sueño soñándome a mí: Salvador Elizondo, que lo he inventado como un personaje de un libro improbable que se llama El Hipogeo Secreto¸ que trata, para ser un poco más imprecisos, de un hombre y una ciudad que nunca han existido.”

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