Vampiros, hombres lobo y momias, todos son geniales solitarios, criaturas que prefieren la noche, pero cuando se trata de zombies, la situación es diferente, es una legión implacable que sólo puede renovar su formación sin escuchar los alaridos de sus víctimas mientras las infecta.
Todas las historias son una proyección de nuestras ansiedades colectivas, eso puede explicar por qué en la actual recesión económica, los zombies están comenzando a arrastrarse lentamente sobre nuestros gustos para sustituir al vampiro. Los vampiros son demonios elegantes para los buenos tiempos, se deslizan suavemente chupando la sangre de la sociedad – como la inversión de los banqueros que saquean acciones descomunalmente con ofertas para sí mismos o los administradores de fondos rapaces.
Los zombies son claramente amenazadores. Cuando se levantan, lo que resulta es un apocalipsis, el fin de los tiempos amables y la entrada de los conflictos sociales. Esa imagen resonó en 1968, el año caótico en que Night of the Living Dead, el clásico zombie en blanco y negro de George A. Romero, fue lanzado. Y resuena hoy, cuando el sistema bancario se tambalea al borde del colapso y las empresas una vez sólidas se están derritiendo en el aire.
Vivimos la zombieficación, la de los entes que lentamente se mueven implacables, que suelen acabar con un pequeño grupo de personas recluyéndose en espacios pequeños y poco seguros – una cabina o un centro comercial -, luchando por su supervivencia. La versión sin mente, implacable y de carne podrida no es como la que nos mostraron Lovecraft o las películas White Zombie o Plan 9 From Outer Space, tampoco son los seres evolucionados que a veces parecen vampiros de I Am Legend (el libro, no la película de Will Smith), nuestros zombies repulsivos son herencia de los que vimos en los filmes de George A. Romero, los que tienen una paralizante imagen que no revive sólo por su propio bien, sino como un vehículo del colapso de la sociedad.
Ante el elegante vampiro y el humano que todavía vive en el hombre lobo, estos demonios solitarios, pobres históricamente, han tenido siempre dificultades para hacer valer su individualismo, a pesar de las variaciones dentro de la vasta cultura zombie. Tanto en la literatura como en los cómics y películas, los zombies han sido utilizados como vehículos de comentarios sociales (Dawn of the Dead), humor (Shaun of the Dead), acción (28 Weeks Later), y buen y escalofriante horror (Night of the Living Dead), ha habido zombies bailarines (Thriller de Michael Jackson y Weekend at Bernie’s 2), zombies de otras especies (pregúntenle a Stephen King porqué se le ocurrió eso), infantes convertidos en zombies, muertos vivientes espaciales (esa es cortesía de Star Trek) y zombies bajo el agua luchando con tiburones.
Nos enfrentamos a ellos en Resident Evil (tanto la serie de videojuegos como las películas) y 28 Days Later, pero desde Shawn Of The Dead las imágenes han cambiado, ya somos capaces de reírnos en medio de la adversidad y voracidad, con Zombieland tuvimos algo de eso y la fijación con los Twinkies fritos. Con Pride and Prejudice and Zombies y Paul is Undead: The British Zombie Invasion entramos en una nueva zona de la zombieficación, los muertos vivientes no sólo buscan sus apreciados sesos y carne fresca, ahora se mezclan con la cultura popular y nos llevan a nuevos terrenos donde ya no parecen autómatas hambrientos, ya tienen planes y aspiraciones… ¿eso que reflejará de nosotros?
La concepción moderna de George A. Romero de «zombies mezclados con vampiros… el vigor híbrido de un monstruo como plaga macabra», va a permanecer largo rato entre nosotros, sobre todo la parte que se muestra como crítica de las enfermedades del mundo real, los gobiernos ineptos, la esclavitud, la avaricia y la explotación, incluso se mantiene su imagen como un comentario social en las Zombie Walks (ya se realizaron dos en la Ciudad de México, la más reciente el pasado fin de semana), aunque también seguirán siendo la tendencia en el área del entretenimiento, por eso el furor alrededor de Resident Evil: Afterlife en 3D y el estreno de la serie The Walking Dead, que después de haber visto el primer episodio recomiendo como para pasar el rato, aunque si quieren algo más gráfico y menos sobrecargado de maquillaje es mejor entrarle al cómic.