Por Enrique Dorantes
La Muerte, como evento predispuesto en la existencia de cualquier ser humano y parte intrínseca de la vida, suele ser vista con mucho más pesimismo y tristeza que lo común de su aparición debería suponer. Algún hombre sabio dijo: «la muerte está tan segura de alcanzarnos, que nos da toda una vida de ventaja», frase que si bien encierra algo de humor negro, encierra una verdad absoluta irrebatible.
En México, por ejemplo, se le rinde gran tributo a la terminadora de nuestros días, pero también se le venera con un cierto humor característico del ciudadano mexicano, que en un país cuyo canto popular se eleva a «la vida no vale nada, no vale nada la vida», es de esperarse tal arrogancia con la que es esperada figura tan temida por muchas otras tribus.
Y no es para menos; no sólo se trata de una voz machista de clase media-baja-baja-muy-baja, sino que también la cúpula política denigra las muertes achacadas al gobierno como «daños colaterales» (que pendejos), triste pero definitivamente demostrativa definición en un país donde la vida se denigra a valor igual o menor que la nada.
Pero no es cosa de mexicanos; todas las sociedades ven con superstición, respeto o temor a la Muerte, figura estimadísima en la nota roja del periodismo, o en la santificación religiosa, o en el castigo popular (he ahí Saddam Hussein), o en el negocio funerario y de obituarios; ¿Pero qué pasaría, si un día cualquiera la gente es asesinada, se suicida, muere por causas naturales o accidentales y al siguiente no muere nadie?
Es la pregunta que se plantea José Saramago para escribir «Las Intermitencias de la Muerte», un libro de profunda filosofía que aborda el tema de la Muerte tal como es visto y la manera en que influye en nuestra sociedad, que por muy respetuosa hacia Ella, ha creado un emporio a su alrededor que da de comer, mantiene despiertos y recrea a los vivos.
El genio Saramago, trata de sensibilizar nuevamente al lector con respecto al asunto mortuorio, así como establecer un puente lógico que muchas veces es ignorado por la masa y causa el sufrimiento que se aprecia en las pompas fúnebres que desestima el valor de entregar un muerto a la tierra o al fuego. ¡Un ciclo por demás fundamental en la humanidad!
Aquéllos que han llegado a llorar una pérdida en extremo dolorosa; aquéllos que sobreestiman o subestiman la naturaleza de morir, deben acercarse a este texto supremo de Saramago, que invita a la reflexión sobre un tema tan hermoso, como es La Muerte, porque al hablar de ella, también se habla de la vida.
Las Intermitencias de la Muerte
José Saramago
Editorial Punto de Lectura
México 2007
Sin lugar a dudas la muerte es un tema interesante, y más aún cuando se le da un giro inesperado a; ciclo que damos por sentado: Nacer, crecer, reproducirse y morir.
Es curioso lo que comentas acerca del valor que se le da a las muertes en la actualidad. Desde quienes les parece un asunto sin importancia hasta quienes le rinden culto sin reparar que la adoración, como en antaño, debería darsele a la vida.
Como quiera que sea, me parece que más allá de la muerte, que es un fin inevitable y pre destinado, a quien deberíamos prestarle más atención es a el tiempo, que es aún más implacable.
Fernando Del Paso menciona una frase bastante curiosa al respecto en su novela Palinuro de México: "Qué implacable es el tiempo, que hasta muerto, uno sigue cumpliendo años: años de muerto."
Muy buena recomendación Enrique, y mucho mejor reflexión. Como siempre me dejas con ganas de correr a la biblioteca.
Tal vez sea que el miedo a la muerte, sea más bien el miedo al olvido, después de todo somos muy ególatras ¿no? Gracias por el comment, ojalá le puedas dar un vistazo a este libro. Saramago es garantía.
Y gracias también por el tip de editorial planeta. ¡Buen cierre de seamana!