Por Enrique Dorantes
En México suenan las alarmas en gobierno; las aberrantes decisiones tomadas en otro país afectan a los connacionales y el grito es puesto en el cielo ante los ataques a la raza de bronce que sufre discriminación a nivel oficial. Se desprecia el trabajo de los mexicanos que le dieron forma a un estado pero ante la sobrepoblación, ahora son rechazados mediante una ley calificada ya de xanófoba y fascista, todo un escándalo impulsado por el partido republicano en Estados Unidos.
La ley SB1070, aprobada por el poder legislativo en Arizona, destaca por su carácter terriblemente racista; de acuerdo a sus estatutos, cualquier persona que no tenga pinta de gringo, puede ser detenida en la calle e interrogada para conocer si se encuentra legalmente en ese estado de la Unión Americana; en caso de que no sea así, será deportado, no sin antes alguna penalización económica o incluso con cárcel, además de que la persona que le haya podido dar algún empleo también será castigada.
Sin duda, digna de despertar polémica, la nueva norma es un ataque a los derechos humanos llevado a lo constitucional; pero el lloriqueo del gobierno nacional es una auténtica vergüenza, que demuestra la miopia de sus funcionarios. Se quejan de que los indocumentados serán discriminados y no les importa no crear fuentes de empleo para que los ciudadanos no tengan que buscar la papa en un país que no conocen y para el que la huida significa arriesgar la existencia a una penosa y degradante muerte. Esperan que el presidente Obama le pare el carro a la gobernadora de Arizona para evitar actitudes racistas en contra de los compatriotas, aunque lo cierto es que el 51% de los estadounidenses está a favor de ella, cansados de la invasión de mexicanos que ciertamente han sobrepoblado ya varias regiones de la Unión Americana.
Y lo más importante. Promueven un boicot comercial contra Arizona, pero no se percatan de la discriminación que sufren centro y sudamericanos al llegar a los estados del suroeste de México por la «migra» mexicana, en su búsqueda por alcanzar el sueño americano. No se queda muy atrás en sus tratos humillantes, sin olvidar el que se les da a los mismos mexicanos deportados, que son asaltados y vejados por la misma policía nacional cuando son recibidos en el país.
Ante tema tan escabroso, la lectura es el arma primordial para entender las actitudes de los países acostumbrados a recibir al inmigrante. El mejor ejemplo nos lo regala Günter Wallraff con Cabeza de Turco. Libro publicado en 1985 y que se enfoca en la xenofobia alemana que repudian con fervor al turco, equivalente al mexicano, que busca mejores oportunidades en el país teutón.
Wallraff, lleva el periodismo a un nuevo nivel; el periodista alemán se convierte en Alí, para vivir en carne propia la estadía de un turco en su propio país. Todo un año en el que Alí narra a través de un soberbio reportaje la miseria del indocumentado. En una granja, en minas, en un McDonalds, en fábricas, y hasta como conejillo de indias, siempre en condiciones infrahumanas, y siempre, también, bajo la explotación de algún hijo de puta, de esos que compran esclavos en lugar de contratar empleados.
Cabeza de Turco llevó a Wallraff a la fama, y más importante, hizo despertar a la sociedad alemana que en su conjunto reflexionó sobre el trato que se le daba a otros individuos, que por difrente color de piel, religión o idioma, se les piensa inferiores. Tuvieron que experimentarlo en el momento en que leyeron el gran texto de Wallraff, cuando notaron que en realidad habían estado humillando a un alemán, o un ser humano, como ellos.
Cabeza de Turco
Günter Wallraff
Editorial Anagrama
Barcelona 2007