La más reciente banda en el que escribe éstas líneas ha estado tocando ha resultado de todo menos rutinaria. El ensamble derivó de un dueto bajo/batería que tuve a lo largo de 2013-2014 con Adrián Sampedro. En 2015 se incorporó Víctor Illarramendi para sustituir a Adrian en batería y a principios de 2016 se agregó al bajista Charles Gnomosky y un servidor quedó en bajo piccolo y voz.

 

El pasado 22 de septiembre tuvimos una presentación en el foro de la explanada de Metro San Lázaro, para entonces y en pos de ampliar el registro de timbres hacia el rango agudo, decidí por esa ocasión dejar el bajo piccolo y tomar una guitarra.

 

El horario de la tocada en cuestión fue 16 hrs y nosotros éramos el grupo abridor. Eran 3:45 y la tensión crecía puesto que no había señales de nuestro baterista quien hacía tres horas venía en camino desde Puebla en un trayecto que toma normalmente 2.



Estrategia 1: Posponer nuestra aparición en el show. En vista de que nuestro llamado estaba próximo, pedí de favor a los organizadores nos dejaran empezar más tarde. Nos pasaron al tercer lugar en lista de aparición.

 

El tiempo transcurría y Víctor no llegaba, nuevamente se tomaron medidas.

 

Estrategia 2:  Buscar una sonrisa digna de vendedor de autos usados y solicitar nuevamente se nos moviera de la lista un lugar.

 

Con cierta incomodidad de los organizadores se nos mueve otra vez en la lista. Aún así, el tiempo pasa inexorablemente y nos toca subir.

 

Estrategia 3: Decidir hacer el show sin el elemento faltante o confiar en un reemplazo de último momento.

 

En un arranque de “Que más puedo perder” le pedí de favor a un baterista, que había tocado minutos antes, que nos apoyara tocando un blues básico de 12 compases. Obligación de todo rockero dominar ésta forma, difícilmente falla. Así, subimos a hacerle frente al público asistente.

 

Estrategia 3: Tomar el escenario con aplomo pero sin exagerada confianza. Ésta estrategia no se recomienda para músicos primerizos. El escenario es una playa del pacífico, puede ser divertido y permitirte saltar las olas o puede revolcarte hasta peligro de ahogamiento. Primero hay que tentar las aguas para ver cómo será la marea.

 

Empezamos con el ya mencionado blues, de esa manera se pondría cómodos a músicos y público simultáneamente. El blues es un género muy noble para improvisar, eso nos permitió generar música sin pensarlo demasiado.

 

Nuestro improvisado baterista se sintió bien con Charles en el bajo y con un servidor en la guitarra, los rostros de nuestro público fueron además de aceptación. Ese punto fue clave para seguir adelante.

 

Estrategia 4: Convertir a la audiencia en parte de la banda.

 

En los primeros años de la carrera de un músico, es normal querer hacer la tocada y hablar lo menos posible al público, sin embargo entendamos que la música es un lenguaje y como tal involucra emisor/receptor. La gente normalmente es tímida para reaccionar delante de otros pero en ocasiones se puede poner de ánimode forma que no tenga problema en cantar y bailar.

 

En el caso particular de aquella intervención en san Lázaro hubo un intento de mi parte de invitar a la gente a corear algunos oh yeah a la mitad del blues. No hubo una respuesta general en el canto pero al menos dos o tres personas se unieron y unos más sonrieron.

 

Estrategia 5: Lo bueno si breve dos veces bueno.

 

La naturaleza del show pedía máximo 5 temas por banda. Eso jugó a nuestro favor, sin embargo mientras conectábamos los cables, el bajista Gnomosky y un servidor acordamos hacer aquellas rolas que tuviéramos más claras para evitar el error a toda costa, además de recortar las canciones al mínimo indispensable. De ahí la decisión de arrancar con una improvisación.

 

El baterista, de nombre por cierto Marco Perusquía sin duda era un tipo con experiencia musical considerable y tuvo la habilidad técnica suficiente para seguirnos en las otras tres canciones restantes.

 

Estrategia 6: Como músico se debe sorprender al público en medida de lo posible. Hacer cosas fuera de los convencionalismos en el escenario.

 

En nuestro caso un asistente del público que había respondido bien en los anteriores temas solicitó subir a echar un palomazo tocando la armónica. Así fue como subió al escenario Dany Blues, un muchacho de greña y aspecto desgarbado con bastante idea musical, sacó de su armónica un blues a todo lo que da. Nos vino como anillo al dedo porque nuevamente fue un blues de 12 compases. Con ese número cerramos la intervención de un servidor en el escenario del metro San Lázaro.

 

Estrategia 7: Mantener ecuanimidad en todo momento y la actitud correcta pase lo que pase.

 

Con el pasar de los años, el musico debe aprender a ciertos trucos de control de daños cuando está en escena. Ello implica mantener un estado de animo controlado independientemente de lo que suceda, hay muchas variables en juego y las probabilidades de falla son constantes. Desde fallas en el sonido hasta mentadas de madre del público. Eso sin mencionar los errores de ejecución. En ésta tocada, lo admito, hubo más de uno. De entrada yo no soy tan diestro en la guitarra como lo soy en el bajo. Por otro lado el esquema de blues que tocamos tiene ciertas discrepancias en cómo lo entiende Charles y como lo entiendo yo. Hubo momentos en que dejaba yo de tocar para escuchar la armonía en el bajo y me limitaba a mínimos adornos de frases con la guitarra.

 

Más allá de todo ésto la actitud rockera no debe perderse, uno debe buscar que los errores se vuelvan parte de la música. Lo peor que se puede hacer es ciclarse un un proceso de autorecriminación mientras está tocando, recordemos siempre lo que dijo Miles Davis respecto a los errores: “No hay ninguno”.

 

Finalmente tuvimos la agradable sorpresa de recibir varias felicitaciones de la gente del público, desde chavos hasta hombres maduros. Y por supuesto de entrañables amigos que nos motivaron a escribir éste texto.

HolaSim Alternatripmail

4 comentarios en «#SonidosMarginales Cómo sacar adelante un show en declive»

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