El festival Corona Capital es un monstruo sobreviviente a una época en la que las marcas transnacionales vieron a los festivales musicales como un gigantesco laboratorio mercadológico.
El gigantesco festival hoy goza de una cabal salud gracias a la abundancia que da origen a su apellido: Capital.
Y es que la marca cervecera Corona no reparó en gastos para consolidarse este 2011 como el mejor festival internacional del país. Para ello recurrió una vez más a Ocesa, el gigante de la promoción de espectáculos que se encargó de operar un cartel de primer nivel distribuido a lo largo de 4 gigantescos escenarios instalados en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
Es justo decir que la presición logística del Corona logró eclipsar las ventajas e infrastructura del foro patrocinado por su competencia. Este año, la abundancia de cerveza y de comida estuvieron al nivel de lo esperado, las zonas para descansar, los baños y los puntos de encuentro fueron muy eficientes y la incorporación de stands de marcas patrocinadoras y de revistas y sitios electrónicos especializados en la música fueron puntos adicionales a destacar que reforzaron lo que de verdad nos interesa: la música.
El escenario encargado de abrir las actividades fue el Bizco Club. Ahí, un reducido número de asistentes que desafiaron al intenso sol del medio día disfrutaron de las presentaciones de Little Ethiopia y Black Fo. Al paso de las horas, la audiencia fue en aumento y para cuando el jóven grupo El Cuarto subió al escenario su público ya rebasaba el par de centenares.
Gracias a la rotación radial de su sencillo «Minimal», la banda mexico-argentina perteneciente al sello Happy Fi logró convocar a una nutrida audiencia que cantó temas como «Las cosas han cambiado».
En el otro lado del Festival, Juan Manuel Torreblanca y su grupo se encargó de abrir las actividades del escenario Corona para presentar oficialmente su primer disco Bella Época.
En tanto, Madame Recamier hacía lo propio en el escenario Corona Light, mientras que los Yellow Yesterday calentaban el ambiente en el gigantesco escenario bautizado como el stage Capital.
A pesar de las confusiones lógicas ante un evento de tal envergadura, los organizadores se las ingeniaron para facilitar los desplazamientos del público. Ayudó mucho la entrega gratuita de programas impresos y de collares con cartulinas impresas diseñados por la gente de El Fanzine que los asistentes podían portar en el cuello a manera de «backstage pass», y así, saber en todo momento quién tocaba en que lugar.
Para cuando la cantante chilena Javiera Mena subió al escenario Bizco el sol ya pegaba a plomo y la rehidratación con paletas de hielo, botellas de agua, refrescos o cervezas fue imprescindible.
Sin embargo, Javiera desafió al sol y salió a tocar con un outfit entallado en color negro que hacía más evidente la vulnerabilidad de su blanquísima piel, que al paso de los minutos comenzó a enrojecerse ante el sol azteca. La cantante ofreció un set integrado por lo mejor de su repertorio, que incluyó un cover a «Yo no te pido la luna», tema ochentero de Daniela Romo.
La diversidad del festival fue evidente. Sobretodo en escenarios como el Bizco, en el que luego del electro pop de Javiera Mena, el rock Lo Fi de Wavves tomó el escenario para impactar los oidos de los asistentes con la potencia y energía de su distorsionado surf rock.
La banda californiana ofreció un animado repertorio en el que temas como «Life Sux» y «I wanna meet Dave Grohl» (del que ya hemos comentado en Resonancia Magazine) fueron gratamente recibidos por el público.
Mientras tanto, en el escenario Corona Light, la banda mexicana Bengala encendió los ánimos del público con temas clásicos como «Carretera» y «16», corte con el que cerraron exitosamente su presentación.
Aunque disfrutar del total del elenco fue imposible, los asistentes tuvimos la oportunidad de diseñar rutas viables para desplazarnos entre los diferentes escenarios.
Pasadas las 2 de la tarde, la banda española El Columpio Asesino subió al escenario Bizco para brindar una de las presentaciones más impresionantes del día.
Los hermanos Álbaro y Raúl Arizabeta, unidos a la presencia escénica de la guitarrista Cristina Martinez y del bajista Daniel Ulecia se encargaron de encender los ánimos del público con temas como «Diamantes» y «Perlas». Las letras fulminantes del grupo de Pamplona fueron coreadas por un nutrido número de asistentes que celebraron cada uno se sus temas. El genial cierre de su set, con una impresionante ejecución de su tema «Toro» y el explosivo clásico de Pixies «Vamos», pusieron a bailar al público al ritmo de su alucinante riff de guitarra y de su estribillo: «Ella me dijo es una buena vida allá, bien rica, bien chevere».
Al paso de las horas la calidad y energía del festival fue en aumento. Por un lado, la presentación de Ximena Sariñana en el escenario Corona con la participación de Natalia Lafourcade congregó al público más conservador, en tanto los seguidores de la banda LeBaron rockeaban en el Capital y quienes buscabamos un pretexto para seguir saltando nos congregramos en el Corona Light para bailar al compás de «No Coke», «Let Da Music» y «La Nueva América» de Quiero Club.
Es justo decir que los regiomontanos se han convertido ya en un sinónimo de fiesta y emotividad rítmica en este tipo de eventos.
Pasadas las 3 de la tarde, These New Puritans ofreció un set lleno de densidad y melodías rebuscadas, mientras que The Antlers hacían lo propio con un sus melodías con largos pasajes instrumentales.
Por su parte Orchestral Manouvres in The Dark consintieron al público con un set que incluyo clásicos ochenteros como «Enola Gay» que de inmediato fueron identificados y celebrados por el público.
Una de las notas malas del festival fue la accidentada presentación de M83, quienes debido a una falla técnica perdieron casi media hora de su set tratando de hacer funcionar un teclado. Tras múltiples complicaciones, Anthony González finalmente inició su set, en el que temas como «Midnight city» fueron ampliamente celebrados por el público.
En contraste, Cansei de Ser Sexy dio una de las mejores presentaciones del día gracias a la presencia escénica de la cantante Luísa Hanaê Matsushita, mejor conocida como Lovefoxx. La vocalista se echó al público en la bolsa con temas como «Hit me like a bomb» y «Let’s Make Love and Listen to Death from Above» los cuales interpretó con gran energía, al grado de dar vueltas de carro sobre el escenario y saltar a la audiencia al final de su set.
Unos minutos después del cierre de CSS, el penúltimo grupo en el escenario Capital inició su actuación. Coheed and Cambria logró convocar a un buen número de personas que disfrutaron de una presentación llena de riffs de guitarra impecablemente ejecutados.
En tanto, el público que esperaba ansiosamente la presentación de The Rapture debió esperar más de la cuenta debido a una nueva falla técnica en uno de los teclados de la banda norteamericana.
Por fortuna, la falla que forzó a que el tema «Gonna get myself into it» fuera suspendido en un par de ocasiones logró ser solventado dando pie a un set lleno de clásicos. Quienes esperaban bailar al ritmo de temas como «The Devil» y «House of Jealous Lovers» y luego correr al escenario Corona Light para ver el cierre de Moby tuvieron suerte, pues estos temas fueron los primeros en ser interpretados por la banda.
Moby demostró una vez más porque tiene tantos seguidores en nuestro país. La entrega del norteamericano y su banda, así como sus esfuerzos por comunicarse en español fueron muy celebrados por el público, que en todos momento bailó al ritmo de temas como «Honey» y su explosivo corte final con tintes políticos «Lift me up».
Pasadas las 8 de la noche una peregrinación de miles de melómanos inició su recorrido hacia el escenario capital para escuchar a uno de los 2 headliners de la noche: Portishead.
La banda británica dio un show musicalmente inmaculado, cada nota, cada efecto sonoro y cada canción que salió de la garganta de Beth Gibbons fue un portento de perfección musical.
Temas como «The rip», «Sour times» y «Glory box» fueron aclamadas por un público entregado a la penumbra del escenario Capital y su trance colectivo. Aunque la refinada sofisticación de Portishead fue más que esperada, su presentación diseñada para un mood más pausado y reflexivo bajó los ánimos del público luego de las animadas presentaciones de The Rapture y Moby y no hizo más que incrementar los deseos por disfrutar del plato fuerte de la noche: The Strokes.
Al filo de las 10:30 de la noche, el escenario Corona convocó a los más de 80 mil asistentes para ver de cerca a Julian Casablancas, Albert Hammond, Jr., Nikolai Fraiture, Fabrizio Moretti y Nick Valensi, quien tocó sentado, debido a una fractura en el pie.
Los norteamericanos abrieron con «New York city cops» y «Heart in a cage», temas que causaron la ovación unánime de los asistentes. Pero justo cuando el concierto comenzaba a levantar, Casablancas detuvo la presentación al ver como el público más cercano al escenario comenzaba a empujarse formando una preocupante «ola humana».
«¿Hay algún problema aquí?, ¿Puede alguien revisar qué pasa aquí? Por favor cuídense unos a otros», expresó Casablancas al observar a la multitud que no dejaba de moverse.
Minutos después las pantallas del festival mostraron al personalde seguridad rescatando de entre la multitud a un par de personas, por lo que la agrupación continuó con «The modern age» y «You only live once», que pusieron al público bailar y cantar a todo pulmón.
El carisma de Casablancas al tratar de comunicarse en español con el público provocó grandes ovaciones que llegaron a su punto más alto cuando el grupo tocó su clásico «Last night», antes de despedirse de los mexicanos.
Tras unos minutos de penumbra sobre el escenario en los que el grito de «¡Strokes!, ¡Strokes!, ¡Strokes!», llenó el aire de la noche la banda neoyorkina regresó al escenario para tocar «Under control», «Hard to explain» y «Take it or leave it» que cerro de manera triunfal una edición más del Corona Capital.
Es grato presenciar como los organizadores del festival han aprendido de sus errores del pasado y los ha corregido para bien del público. Quizá el único punto flaco del festival siga siendo la falla en las telecomunicaciones, pero ya se sabe que esa circunstancia, que convierte a las inmediaciones del Foro Sol en una especie de Tríangulo de las Bermudas es responsabilidad del hombre más ríco del mundo y no de los promotores.
Tras su edición del 2011, el Corona Capital ha dejado claro que el gigantesco festival creado por la cervecera vive, y goza de cabal salud.